Fernando Ramos
La manipulación política de la denuncia contra Suárez
Nadie cree, ni como cosa remota, que el rey abdicado con tratamiento honorífico, que no emérito, haya escrito sus memorias. Hay ya una evidencia indiscutible. Es un lance más de la curiosa relación que mantiene con el ex monarca la hija del intelectual marxista, Régis Debray, al que, curiosidades de la vida, la hija del Che acusa de ser el responsable de la captura y muerte de su padre, que dice fue posible porque el escritor francés informó al ejército boliviano sobre su paradero. "Habló más de la cuenta", según Aleida Guevara, de 35 años, que trabaja de pediatra en Cuba.
¿De dónde le viene a Laurence Debray esa admiración por Juan Carlos I, con quien mantiene una probada relación de amistad que le permite una infrecuente proximidad al ex monarca? Esa confianza está plasmada en su libro “Mon roi déchu”, “Mi rey caído” (o mejor, “un rey destronado”), publicado por la editorial Stock, la misma donde se anuncia la publicación de esas “memorias” que se da por hecho escribirá Laurence, que ha pasado largas temporadas para sus entrevistas en Abu Dabi. Como está claro, Juan Carlos no escribe nada. De eso se encarga su biógrafa y “transccriptora” Laurence, que ha dicho a la revista Hola: "Se trata de un proyecto de largo recorrido, que dura desde hace dos años y que no está acabado aún. Se terminará y se publicará cuando el rey lo decida". El libro se publicará en francés y en español, según detalla Debray y pregona que, a lo largo de más de 500 páginas, Juan Carlos contará en primera persona los acontecimientos más significativos de su vida, e incluirá una serie de fotografías, algunas inéditas”.
¿De verdad a estas alturas alguien se puede creer que con Juan Carlos pueda contar algo nuevo que no se sepa ya? En realidad, se trata de un intento de regeneración de su figura, que viene a coincidir con la publicación de unas famosas fotos con los que su amante María García (Bárbara Rey), se aseguró disponer de un valioso material para el consumado chantaje al propio Estado. En ese sentido, se insiste mucho en que sin él no hubiera habido transición, como si hubiera habido otra alternativa para la propia Corona que evolucionar hacia la democracia, que llevaron a cabo el pueblo español en su conjunto y los políticos que, desde diversas posiciones convinieron en embarcarse con el proceso.
Juan Carlos de Borbón tiene más confianza en la prensa extranjera que en la de su país. Lo cierto es que siente predilección por periodistas que no sean españolas. En 1992, concedió una larga entrevista a la periodista británica de televisión, Selina Scott, titulada “A year in Spain”. La reportera estuvo dos semanas pegada literalmente a Juan Carlos declararía que “fue una experiencia inolvidable", "Tuve acceso sin restricciones durante las dos semanas que pasamos juntos", alegaba, para confesar que solo le pusieron dos reparos: que no se hablara de Franco y que solo dialogarían en inglés. El reportaje se grabó en Madrid y en Mallorca, en las vacaciones del monarca. Selina aparece al lado del rey en planos que nunca llegó a estar de manera natural ningún periodista español.
Con esta iniciativa comercial de la editorial Stock se pretende regenerar la figura del rey honorífico de forma obscena en un momento en que un nuevo lance nos hace retroceder a lo que ha sido la vida real de Juan Carlos. Conviene recordar que el expresidente del Gobierno español, Adolfo Suárez, no convocó un referéndum sobre Monarquía o República durante la Transición porque "sabía que lo perdería". Ya fallecido Suárez, pasaría mucho tiempo hasta que nos enterrásemos de que había hecho esas manifestaciones en una entrevista a Antena 3, que nunca se emitió. El proceso jurídico de la transformación del franquismo en la Monarquía parlamentaria contó con un instrumento especialmente diseñado para evitar que los medios de comunicación y, por lo tanto, el público en general, pudieran discutir en libertad sobre otras alternativas el modo en que se resolvió la conversión realmente curiosa. Una pieza esencial junto a las sucesivas leyes de la Reforma, fue el Real Decreto-Ley de 1 de abril de 1977 (BOE: 04/12/1977, N ° 87) sobre la Libertad de Expresión, que establecía que la Administración podría decretar que el secuestro de gráficos o documentos sonoros que contuvieran noticias, comentarios o información, en contra de la unidad de España, constituyeran demérito o detrimento de la Monarquía o el prestigio de las Fuerzas Armadas.
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