Fernando Jáuregui
Por qué esta Constitución ya no nos sirve (del todo)
Al ser bastante despistado, ignoro si se ha publicado algún decreto en el que sea obligatorio pintarse las uñas, o bien se trata de uno de esos vendavales de la moda que, de repente, surgen con la fuerza con la que aparece la lava de un volcán dormido. El caso es que en la ciudad en la que vivo hay más establecimientos dedicados a la pintura de las uñas que bares, y vivo en una ciudad española, donde -como en todas- los locales comerciales más numerosos son los de bares y cafeterías.
No es que pintarse las uñas sea una costumbre femenina novedosa, porque es una tradición antigua: lo que resulta inédito es que haya desaparecido el hábito -también tradicional- de que eran las propias mujeres las que tenían sus propios tintes en sus casas, acetonas, pinceles y demás accesorios necesarios. Una excepción era la alta burguesía, que acudía a los servicios de la manicura -"manicura" viene del latín "cuidado de las manos"- pero es imposible que un oficio que requiere cierta preparación haya podido improvisar centenares de manicuras en toda España.
Movido por mi curiosidad he constatado que no son auténticas manicuras, que exfolian las pieles, diluyen las durezas de las yemas, e incluso masajean el tarso y el metatarso, sino que se dedican -en la mayoría de los establecimientos- a la concreta pintura de las uñas. Y la mayoría de estas falsas manicuras son chinas o personas nacidas fuera de España. También es curioso que la mayoría de estos establecimientos prescindan, honestamente, del titulo de manicura, pero no hablan de uñas, sino que en los letreros aparece la palabra inglesa "nails". ¿Por qué? Al principio, como soy muy ingenuo, llegué a creer que Pedro I, El Mentiroso, cuando dice que la economía va como una moto, o como un cohete, según los días, no era una mentira más, y el ascenso social se reflejaba en que ya no era la burguesía la que se hacía pintar las uñas, sino que el amento de la renta per cápita daba para estos lujos.
Sin embargo, mi optimismo carece de base, y observo que las empleadas domésticas no reciben un sueldo más alto y, sin embargo, la que no lleva las uñas pintadas en un local de "nails" es una excepción. Puede que, además de ingenuo peque de irresponsable, porque teniendo a Marruecos a cinco minutos de zamparse Ceuta y Melilla, como Putin se está zampando Ucrania y, además, amenazándonos todas las semanas de que tiene armas nucleares, ponerse a hablar de uñas pintadas parece una irresponsabilidad... O, a lo peor, este último signo extravagante de moda es una señal más de nuestra decadencia, y de nuestra indolencia, ante la amenaza del psicópata ruso.
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