Fernando Ramos
La manipulación política de la denuncia contra Suárez
El tren a Bouzas lo demanda desde hace años la Autoridad Portuaria -con todos sus presidentes- entre otros motivos por que se trata de una reclamación permanente de la asociación nacional de fabricantes de automóviles, que cada año rebaja la calificación a la terminal por carecer de servicio ferroviario, lo que obliga al transporte en camiones. Es el único gran puerto español con esta carencia y todo indica que así seguirá ante la oposición absoluta del Concello, pese a que el Ministerio de Transportes sería favorable, como dijo el comisionado del Corredor Atlántico un día, para negarse a sí mismo al día siguiente, algo nunca antes de visto. Es cierto que Vigo y su terminal de vehículos pueden mantenerse como ahora, sin contar con un tren, pero también que renunciar ahora y definitivamente a la hipotética y futura construcción de una especie de metro subterráneo es una oportunidad perdida que quizá tenga consecuencias en el futuro.
También Vigo puede seguir adelante sin Porto Cabral, una iniciativa empresarial que se planteó sin ayudas públicas ni subvenciones para desarrollar un complejo de ocio y comercio de primera categoría en la península, capaz de atraer 15 millones de clientes, tras una inversión millonaria y que contemplaba crear 3.000 empleos. La zona elegida estaba delimitada precisamente así en el Plan General de 2008, como un ámbito terciario destinado a la implantación de firmas del sector comercial, así que todo encajaba. Pero la Corporación de Vigo dijo “no” y ya no aparece en el actual Plan General, el que entrará en vigor en un mes. Ciertamente, sin Porto Cabral Vigo puede seguir adelante. Pero tampoco nadie dudará que va a ser otra ocasión perdida, en este caso para contar con un tercer soporte si fallan los dos tradicionales, el complejo industria-mar y la automoción.
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