Ni Juan Carlos I está en el exilio ni es rey emérito sino honorífico

Publicado: 06 ago 2021 - 03:17 Actualizado: 05 ago 2021 - 20:17

Resulta sorprende que hasta la prensa y otros medios que podríamos considerar “serios” hayan hecho suyo el lenguaje de las revistas del corazón y de la telebasura con respecto a Juan Carlos I, porque ni es rey emérito ni está en el exilio. En el primer caso simplemente tiene el tratamiento de “Rey honorífico” y en el segundo se halla en estancia temporal en el extranjero. Calificarlo de exiliado es una falta de respeto a los españoles que realmente sufrieron el forzado alejamiento del país, en buena parte de los casos para salvar la vida.

Si repasamos la que vino llevando el honorífico desde que abdicó la Corona, se puede hacer un recuento de sus polémicos viajes y del tiempo que pasaba fuera de España pasando temporadas en otros continentes, especialmente en Asia y en América. Algún año, pasó más de dos tercios fuera del país, incluyendo fiestas señaladas y familiares que, por lo general, celebraba en el Caribe. Lo único que ocurre ahora es que su residencia en Abu Dabi ha sido más larga y no menos confortable. Decir que es un exiliado quien ha venido viviendo parte de su vida desde que dejó de ser rey efectivo, y que frecuentaba de modo ordinario el mismo lugar donde ahora reside es una prueba más de frivolidad. Apenas que hubo abandonado la Corona, Juan Carlos se centró en un periplo viajero, donde en menos de un año llegó a recorrer más de 50.000 kilómetros, saltando de un continente a otro (y ya sabemos cómo se pagaban esos viajes)

Frecuentaba el Caribe o en un gran premio automovilístico en Barhein al que nunca faltaba. Y si cuando estaba en España aparecía en los mejores restaurantes de cualquier lugar del país, sus visitas a Arabia Saudí a Abu Dhavi, donde ahora reside, formaban parte de su continuidad ordinaria. Estos destinos los combinaba con estancias en Beverly Hills, o en República Dominicana, donde frecuentaba uno de los complejos de lujo con sus amigos la familia Fanjul, dueños de un emporio azucarero. Luego, fue saltando de Barcelona, a Londres (donde estaba su amante Corinna), a Barbados, otra vez con la familia Fanjul, y así a lo largo del año, de modo que de los 365 días que tiene año más de 250 llegó a estar fuera de España. ¿Se poder considerar que quién ha vivido en ese mundo de modo ordinario es un exiliado porque prolonga su estancia en uno de los que fuera uno de sus destinos ordinarios con mayor frecuencia? Es más, la vida que ha venido llevando de lujo y diversión de Juan Carlos llegó a compararse por su frivolidad, en algunos medios internacionales, con la del ex rey Faruk de Egipto.

Una peculariedad del modo de vida de Juan Carlos I, tras su abdicación, es que en sus viajes por el mundo reproducía otro uso de su abuelo Alfonso XIII con el que éste se alojaba en los balnearios de putas de lujo francesas. En el caso del honorífico, usaba el falso nombre de “Juan Sumer”. De este modo se servía de este heterónimo (palabra que tiene una gran proximidad semántica con otra, pero una forma y un origen etimológico distintos) durante años para poder registrarse en hoteles, adquirir billetes e incluso ingresar en hospitales. Una de sus ex amantes, Bárbara Rey, reveló que era el usado cuando hablaban por teléfono.

En nuestros días, se está produciendo un perceptible movimiento para armar el retorno a España de Juan Carlos I. No deja de resultar una cierta paradoja que, mientras los dos grandes partidos dinásticos, PSOE y PP, y otros, prestan total cobertura a las responsabilidades privadas del rey honorifico, Juan Carlos I, se oponen que investiguen en el Congreso sus actividades particulares que son objeto de investigación judicial en Suiza, y se nos recuerda que es inimputable y está exonerado de toda responsabilidad por los actos cometidos, con independencia de su naturaleza, mientras fue monarca en ejercicio.

¿Dónde va a residir Juan Carlos si retorna? Se ha indicado que pudiera ser en el pabellón de caza, a kilómetro de la Zarzuela, donde instaló a su amante Corinna y a sus hijos durante las estancias de ésta en Madrid, con el consiguiente resguardo de los servicios de seguridad del Estado, luego de una costosa reforma. Por cierto que en sus declaraciones en el Congreso, el general Sanz Roldán, jefe de la CNI, dijo que en los tiempos de relación con la falsa princesa alemana, el Rey iba a este pabellón a descansar…”y dormir la siesta”.

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