Cuando el Museo del Prado era inseguro
El espectacular robo en el Museo del Louvre ha demostrado que, en el Louvre, es mucho más difícil entrar queriendo pagar la entrada -si no las has adquirido o reservado con anterioridad- que entrar y salir por la ventana, y robar joyas que pertenecieron a la monarquía francesa. La hazaña delictiva me recuerda otra, relacionada con el Museo Del Prado, ocurrida sobre mediados del decenio de los sesenta del pasado siglo. La hazaña no es delictiva, sino periodística, y fue llevada a cabo por dos periodistas, cuyos nombres no recuerdo con claridad. Se habían publicado algunos reportajes, en los que se señalaba que el Museo Del Prado no tenía grandes medidas de seguridad, pero si "las cosas de palacio van despacio", "los problemas en la Dictadura, duran, duran, y duran".
Los dos periodistas decidieron ir ante notario, declararon que iban a extraer un cuadro del Museo Del Prado para demostrar la inseguridad del Museo y, luego, se pusieron manos a la obra... a la obra de Arte. Uno de ellos entró en el Prado, y se dirigió a la sala elegida. El otro puso una escalera en la fachada contraria al Paseo Del Prado, que daba a la ventana de la sala elegida, y aguardó. Iba con un mono de albañil y, en España, vas ataviado con un mono blanco de albañil, o con un mono azul de electricista y, si estás sujetando una escalera, nadie te dice nada, porque la escalera y el mono son un pasaporte con el cual puedes llegar hasta el despacho de ministro de Interior sin que a nadie le extrañe. El periodista que estaba dentro descolgó el cuadro, lo llevó a la ventana, y el del exterior lo bajó, mientras un tercero: el fotógrafo, inmortalizaba el momento.
En mi confusa memoria creí que habían sido Escolástico Medina y Felipe Navarro (Tico Medina y Yale) pero he consultado con la estupenda escritora Julia Navarro -hija de Yale- y me aduce que, aparte de ignorar el suceso, no cree que la dificultad motriz de su padre le permitiera descolgar cuadros o trepar por escaleras. He pensado si uno de los protagonistas del bizarro reportaje sería Raúl Del Pozo, porque Raúl Del Pozo era encargado oficioso de mantener buenas relaciones con Suecia, a través de las rubias ciudadanas que visitaban el Prado, pero no tengo el teléfono. De cualquier manera, gracias a esos bizarros periodistas, que lograron que el Prado fuera un museo seguro.
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