La ministra de Trabajo que sueña con abolir el empleo

Publicado: 07 jul 2024 - 17:48

Sólo desde la más completa ignorancia, desde la irresponsabilidad o desde la candidez más sonrojante se pueden articular políticas laborales para todo un país con la simpleza de las que abandera, de espaldas a la realidad, nuestra vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. Sus ocurrencias habían quedado, en muchos casos, en meros brindis al sol, pero a medida que su partido y su popularidad bajan aceleradamente se ha empeñado en acelerar medidas de carácter claramente populista. ¿Quién no firmaría una subida salarial con una reducción de la jornada laboral? ¿Quién no firmaría un sueldo vitalicio, una semana laboral de dos días, unas vacaciones anuales de seis meses y una jubilación a partir de los 40? ¿Puestos a firmar, por qué no la abolición del trabajo? Todo esto es posible y viable en el país de las maravillas en el que vive nuestra particular reina de corazones. Su visión infantil de las relaciones laborales y su dictatorial modo de gestionar sin consensos son una amenaza para la pequeña y mediana empresa, para la economía del país y, por consiguiente, para esos trabajadores que se jacta de defender.

Yolanda Díaz se ha empeñado ahora en decretar, de forma generalizada en todas las empresas españolas (grandes o pequeñas, tecnológicas o artesanas, con autoempleados o empleados ajenos, en beneficios o en pérdidas...) una reducción de las actuales 40 horas semanales a 37,5, pero con el horizonte de llegar en el futuro a las 32. Todo ello sin atender al conocimiento y las explicaciones de los empresarios y a las voces en contra de reputados expertos en economía que han argumentado por activa y por pasiva que eso tiene un coste que se traduciría en cierres y la pérdida de miles de empleos. Nada de esto le importa, es evidente, a alguien que se muestra ajena al mundo de la empresa (y del empleo) y que se ha pasado la vida litigando con empresarios a los que señala como enemigo público número uno.

Intenta esta admiradora del Chávez que cronificó la pobreza y la falta de libertades en Venezuela que el ciudadano obvie que la base económica de España está forjada mayoritariamente por una diversidad de pequeñas y medianas empresas, cada cual con sus singularidades y cuya supervivencia está siendo ferozmente amenazada, tanto por parte de un Gobierno con una estrategia recaudatoria sin medida, como por una situación de multicrisis global y un contexto de implacable competencia internacional. En este escenario, la clave, ya no del éxito sino de la supervivencia, consiste en impulsar la productividad. Y para ello se necesita un entorno atractivo donde se favorezca la inversión, se puedan mejorar las dotaciones de capital y fomentar las contrataciones, y con ello aumentar la productividad del conjunto de la economía. Sólo con estas bases se puede avanzar en las necesarias mejoras sociales que marquen el futuro de la economía española, próspera para empleados y empleadores. Si prosperan los unos, prosperan los otros. Y viceversa, ministra.

Pero para la ministra todos los problemas económicos y sociales del mundo se subsanan trabajando menos y cobrando más. Y en su ensoñación se ha propuesto que esto ocurra por decreto y sin la aprobación de quienes sostienen el mercado laboral. Las organizaciones empresariales CEOE y Cepyme han tirado la toalla en esta presunta negociación sobre el nuevo marco horario con el que el Ministerio de Trabajo entretiene a los sindicatos, toda vez que sus propuestas son una y otra vez rechazadas y la decisión parece ya tomada por una ministra obcecada por restañar su imagen, consciente de que su inconsistente gestión en el mundo del empleo no Suma sino resta. Con su trasnochada concepción del empresario como vil explotador y no como un garante del empleo de calidad, Yolanda Díaz aspira a inflar un balón de oxígeno con el que mantenerse a flote en esa travesía alocada y sin rumbo que ha jalonado su trayectoria política.

Reducir la jornada laboral es una meta legítima a la que aspirar en una sociedad desarrollada, en una economía afianzada en la prosperidad, pero nunca la caprichosa imposición de una sindicalista trasnochada, vestida de ministra, que pretende defender el empleo minando a los empleadores. Esta irresponsable forma de actuar debería ser motivo inmediato de cese en cualquier gobierno sensato, pero en el de Sánchez resulta que Yolanda Díaz, recalcitrante comunista y fusta del empresariado, viene siendo vicepresidenta.

Es la vicepresidenta que dijo un día: “Quien duda, quien tiene miedo, quien no se fía, tiene razones que debemos escuchar”. Perfecto, ministra, cumpla con el deber de escuchar las razones de tantas personas que tienen miedo de lo que está usted haciendo, de tantas otras que no se fían y considere la posibilidad de tenerlas en cuenta. Si no puede, no sabe o sencillamente no quiere, apúrese en dejar el cargo en manos de alguien que pueda, sepa y quiera. Es una emergencia de Estado.

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