Minería y política
Donald Trump es adorado por Pedro Sánchez, no lo dirá nunca pero el líder de EE. UU ha venido a aliviarle los oídos de los casos de su mujer en un momento en que el juez sostiene la conveniencia de investigar sobre la participación de Begoña Gómez en el rescate de la aerolínea Air Europa; y un descanso del caso de su hermano, del caso del fiscal general del Estado, del de Koldo y de toda la retahíla que le persigue desde los tribunales. Para tapar su fuego lanza que las universidades privadas son chiringuitos, olvidándose que proliferaron con leyes socialistas y la ministra Montero ayuda en el escondite con la sentencia Alves.
Legislar lo privado le gusta a nuestro presidente y olvida centrarse en los pocos fondos que reciben las universidades públicas gestionadas desde el Ministerio de Educación, conocedor de que la Universidad Nacional de Educación a Distancia raya la precariedad.
Trump llena la actualidad del enfrentamiento y su presión se redobla con la puesta en marcha de los aranceles. Lo quiere todo para su territorio dando ejemplo de lo que es un nacionalista con la IA y sus promotores como autoridad del Nuevo Orden Mundial.
El reciente accidente en la mina de Cerredo, que ha cobrado vidas y dejado heridas profundas en las comunidades mineras de Asturias y León nos devuelve un pasado con protagonismo de futuro. Hoy que la transición energética y la tecnología moderna demandan materiales estratégicos en tierras raras, la minería vuelve a ocupar un lugar central en las discusiones globales. Donald Trump, con su enfoque en asegurar estos recursos para Estados Unidos, ha puesto de manifiesto la importancia de estas explotaciones. Su interés en Groenlandia y Ucrania refleja una lucha geopolítica por el control de estos elementos esenciales para baterías, turbinas eólicas y sistemas de defensa.
España, con su rica historia minera, tiene la oportunidad de mirar hacia el futuro aprendiendo de su pasado. Las tierras raras y otros minerales críticos podrían ser clave para revitalizar las comunidades mineras y contribuir a la autonomía energética europea. Sin embargo, este desarrollo es evidente que debe ir acompañado de medidas que garanticen la seguridad de los trabajadores y la sostenibilidad ambiental para evitar repetir errores.
El accidente en Cerredo nos recuerda que el progreso no debe construirse sobre tragedias. Es hora de que las políticas mineras se adapten a las demandas del siglo XXI. La Comisión Europea publicó una primera lista de 47 proyectos estratégicos de explotación minera en territorio de la Unión Europea, con los que busca mejorar el suministro, reducir la dependencia de países como China y reforzar la cadena de valor de las materias primas europeas. Los siete proyectos españoles se encuentran tres en Extremadura, dos en Andalucía y uno en Galicia y Castilla-La Mancha. Excepto en el caso de Aguablanca (Badajoz), que es una reserva a favor del Estado, la tramitación de los proyectos está en manos de las comunidades autónomas.
En España los que más destacan claramente son el litio. De forma muy importante el cobre con explotaciones en Andalucía y en Galicia. El wolframio es fundamental para nuestra industria con proyectos en Castilla y León, en la zona de Salamanca y en Extremadura. Otro tanto con el niobio y tántalo, o el famoso coltán en Galicia. Y las nuevas exploraciones en tierras raras y minerales críticos muestran que el noroeste peninsular es una de las zonas con más potencial.
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