Opinión

El redil

Lo relativo y convencional son la base de nuestro marco tribal de organización. Nuestras organizaciones tribales en las que nos integramos, se enmarcan en parámetros relativos y puramente convencionales, en los que organizar la convivencia sin que nos preocupe demasiado la certeza de nuestros principios de base.
Una cuerda horizontal limitada, la recorremos de principio a fin en un tiempo determinado, pero si a la misma cuerda, con la misma medida, le unimos sus extremos, sin principio ni fin, podemos seguir camino infinitamente. Es la visión occidental de nacimiento y muerte y la oriental de las reencarnaciones sucesivas, lo finito y lo infinito en el mismo objeto, lo diametralmente opuesto, según sea su posición relativa.
Hoy centramos la expansión del universo en una extraordinaria explosión acaecida hace unos 14.000 millones de años, llegando hasta el ser humano (hace aproximadamente 1,5 millones de años) a través de una evolución constante de aclimatación a circunstancias cambiantes, e incluso se piensa que tal expansión pueda detenerse y volver atrás hasta fundirse de nuevo en un único cuerpo superdenso que vuelva a explosionar de nuevo y volver a expandirse, teorías a las que nos lleva un creciente conocimiento, todavía incompleto, pero en constante evolución. No obstante seguimos “instruyendo” a nuestros cachorros en absurdas fantasías absolutamente superadas, a partir de dioses creadores que no soportan el menor análisis medianamente serio. 
Si hoy y aquí, aseguramos que estamos en 2014 y que 5+5 es igual a 10, no solo todos asentimos, ya que nuestro calendario gregoriano referencia el tiempo al nacimiento de Cristo, aunque éste realmente nació en verano alrededor de unos cuatro años antes, pero si estuviésemos en Tel Aviv, en un congreso de informáticos y les dijese que estamos en 5774 y que 1+1 es igual a 10 en su sistema binario, tampoco nadie se extrañaría lo más mínimo, ya que ese es el año judío actual desde la mítica creación del mundo según la Biblia, un domingo 7 de octubre (palabra de Dios), o en Roma en un ciclo sobre Julio Cesar mencionar el año 2060 como actual del calendario Juliano, y que X es la suma de V+V, o si estuviésemos en Damasco, en un congreso de matemáticos estudiosos del sistema de base 4, tampoco extrañaría a nadie el decir que estamos en 1392 y que 2+2 es igual a 10, o en Shangai mencionar el 4711 como el año actual chino y el signo + como 10, o en Cancún, ante antropólogos mayas mencionar el 5128 y llegar a 10 por medio de dos palos verticales, etc. 
Ello puede llevarnos a múltiples conclusiones, pero entre ellas hay una que me interesa destacar, y es que el ser humano precisa de amplias referencias en las que integrarse como grupo, referencias relativas y convencionales, tan admitidas por la práctica totalidad del grupo que, aun no siendo reales, se tomen como tales en nuestro imaginario colectivo, ya sea en cuanto al origen del mundo, al tiempo, al espacio, la forma de comunicarnos o de calcular, las virtudes sociales, la religión, la política, las relaciones personales, en general un micro mundo donde sentirnos cómodos y en el que nos protegemos de cualquier agresión externa, aun a costa de matar la verdad, lo absoluto y sobre todo la libertad.
Los europeos vivimos en un microcosmos distinto al de los orientales, o al de los yankis, o al del Africa negra, o al musulmán, o judío, nos regimos por distintos planteamientos ya sea en el habla, en las costumbres, religión o política, hasta el punto de matarnos unos a otros a lo largo de la historia por la prevalencia de alguno de nuestros convencionalismos, ya sean políticos, religiosos, económicos, sociales o culturales, por supuesto ninguno de ellos objetivamente verdaderos ni absolutos, y siempre en detrimento de la libertad.
La idea de Dios parte de un convencionalismo ancestral, particular en cada grupo concreto, basado en el temor y en las limitaciones conscientes del ser humano. Objetivamente, Dios (una entelequia) no es mas que un concepto en el que contener toda una serie de incógnitas y a la vez de cuestiones de poder, tanto anteriores a la vida, como posteriores a la muerte y de control en el transcurso entre ambos extremos. 
En cuanto a lo del mas acá, a la política, las cosas, aunque no tan extremas, también tienen su grado de convencionalismo, dependiendo principalmente del lugar y del tiempo. Nuestro mundo occidental más cercano, curiosamente, tiene localizados muy próximos sus orígenes, pues nos movemos en torno a unos principios judíos para la fantasía, la especulación y la tradición, griegos para la ciencia la filosofía y la razón, y romanos para la comunicación, y el derecho.
Es el redil, un espacio cerrado guardado por perros que impiden la salida y en el que la oveja negra acaba siendo señalada por todo el rebaño.

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