Opinión

Matar al mensajero no es la solución

La humanidad, desde que bajó del árbol (no todos), no ha hecho otra cosa que adorar supuestos dioses, cientos, miles de dioses, por supuesto con sus correspondientes “representantes” viviendo del cuento, con todo tipo de ofertas sobre un supuesto mas allá del que nadie, absolutamente nadie, sabe nada de nada, ni nadie ha regresado para contarlo. 
La religión católica, otrora ejerciente cruel de un poder casi absoluto, hoy languidece poco a poco, al tiempo que los progresos del conocimiento humano van apartando creencias, mitos y absurdos, que años antes eran de obligada aceptación si aspirabas a no freirte en la hoguera. Actualmente en España, algo menos en Italia y principalmente en el tercer mundo, aunque en caída libre, aun se conservan porcentajes muy altos de individuos que anteponen las creencias al conocimiento, e incluso llegan a considerar tales actitudes como un “don” con el que han sido agraciados (¿).
Pues bien, desde esa posición nada sospechosa sobre lo que expondré, creo que se está cometiendo una injusticia importante para con Rouco Varela, sobre todo por parte de aquellos que apoyan a personajes como Castro, el Che, Chávez, Maduro, o agredir a policías, ser independentista por lo del hecho diferencial, apoyar actitudes okupas y de inmigración ilegal, aunque no acojan a necesitado alguno. El personaje en cuestión, se ha limitado a decir: “la concordia fue posible con Suárez, ¿por qué no ha de serlo también ahora y siempre en la vida de los españoles, de sus familias y de sus comunidades históricas?”. Hasta aquí, ¿dónde está el escándalo?, ¿quién no desea la concordia entre todos?
Sigamos: “Los hechos y actitudes que causaron la guerra civil la pueden volver a causar”. Aquí es donde los políticamente correctos han salido con los pies por delante, con argumentos tan chungos (los que viven de la mamandurria) como que estamos en una democracia plena y asentada y memeces de similar calibre, evidenciando que quien desconoce la historia está condenado a repetirla.
Este sucedáneo de democracia, tras casi 40 años de la muerte del dictador, aun no se ha librado del terrorismo vasco, que sigue manteniendo sus armas y sin colaborar en aclarar mas cerca de 300 asesinatos no resueltos del millar largo que han cometido, con cientos de asesinos en la calle riéndose de sus víctimas y atemorizándolas. ¿No nos acordamos que el PSOE les declaró la guerra con los GAL y que solo su actitud chapucera terminó esa guerra con la victoria de ETA? ¿Acaso Mas y sus paletos seguidores contribuyen en algo a la concordia? ¿Qué harán los extremistas catalanes si en noviembre, con las urnas en la calle para su referendum, el gobierno las retira, amparado en la Constitución?, ¿se irán a casa tan campantes o acabarán desempolvando “Terra Lliure” o montando CAIN (CAtaluña INdependiente)? ¿Llegarían a una entente cordial ETA y CAIN? ¿Qué haría la extrema derecha? ¿Y la extrema izquierda, que ya está pidiendo que vuelva a hacer su aparición el GRAPO? Una situación muy similar la hemos vivido hace no tantos años, en “democracia”.
Soy hijo de republicanos y mi padre, que creía en la concordia, tras 3 años de penurias perdió la guerra contra Franco, pero, ¿Cómo era la España del 36? ¿Es que lo hemos olvidado? ¿Es que ahora con todas las chorradas que nos cuentan sobre una república idílica no vamos a recordar que la situación en la calle era invivible? ¿Es que había algún gobierno que resistiera los continuos enfrentamientos entre unos y otros? ¿Acaso la calle no era de los anarquistas? ¿Nos hemos olvidado que en el 34 la izquierda no aceptó el resultado de una elecciones y, en Asturias, le declaró la guerra a la República? ¿Nadie se acuerda que Cataluña, al igual que ahora pretende, se declaró independiente por propia iniciativa?.
La observación hecha por Rouco, aunque no es mi tipo, es perfectamente pertinente y oportuna, pues la situación que está creando el canalla de Mas puede llegar a convertirse en un polvorín, sobre todo con un presidente del gobierno incapaz de salir airoso de tal envite. 
Lo repetiré hasta la saciedad, el camino a seguir pasa por llevar a cabo un referendum nacional, desde el gobierno, legalmente, preguntándole a los españoles si quieren seguir unidos o que España se disgregue, todo ello previa una campaña seria en la que se nos explique a todos los pros y los contras de cualquier secesión (la mayoría de los catalanes lo entendería). Del resultado, ya sacará cada uno sus consecuencias y extrapolaciones. Habrán tenido referendum desde la Constitución, legalmente, y el país se habrá armado moral y legítimamente para impedir cualquier tentativa secesionista en su contra.
Ignorar los problemas solo conduce a padecerlos.

Te puede interesar