Opinión

Galicia, ¿aliada o enemiga?

A estas alturas de la película, la posibilidad de tal disyuntiva parecería una absoluta memez, si no fuera porque algunos, capaces de llevarnos con su demagogia, localismo absurdo, fomento del aldeanismo y vanidad extrema, a la mas absoluta ruina, todavía se empeñan en pensar que la rivalidad, la competencia y el enemigo están dentro, en lugar de aunar esfuerzos para poner cada uno lo mejor de si y hacer de Galicia un lugar común al que subirse por el bien de todos.
Galicia dispone de tres aeropuertos, lo cual es una ventaja extraordinaria si pensamos como gallegos y hacemos todo lo contrario a lo hecho hasta ahora. Nuestro competidor es Oporto, cuya principal ventaja sobre nosotros es haber actuado con un único interés, sin competencia interna más allá de Lisboa, cubriendo un área de influencia que incluso sobrepasa la frontera, y ofreciendo eficientes alternativas al resultado de esta guerra de pigmeos que algunos fomentan, y en la que, con el apoyo de lo más paleto de la sociedad, parecen sentirse tan cómodos, en contra de los verdaderos interés de Galicia, a quien parecen considerar como su enemiga. 
Afortunadamente no todo está perdido y la semana pasada se nos daba la buena noticia del acuerdo alcanzado entre la Xunta y los empresarios de Galicia para poner sentido común en todo este absurdo conflicto, un acuerdo que algunos llevamos pidiendo desde hace años, tanto para el transporte aéreo, como el marítimo o ferroviario, asuntos en los que Vigo (sus representantes políticos) lleva haciendo el indio desde hace décadas.
En materia portuaria es imprescindible materializar en el sur el superpuerto Rías Baixas, con tres terminales, Vigo, Marín-Pontevedra y Vilagarcía-Santiago, cada uno especializado en distintas cargas, con dos áreas logísticas fuertes, una de ellas en el Morrazo y la otra en el Salnés. En el norte otro superpuerto con otras tres terminales, Coruña, Ferrol y Burela, también cada uno con su especialidad, complementaria de las ofrecidas en el sur, con un importante área logística en las inmediaciones de la ría de Betanzos. 
En transporte ferroviario, perpetrado el inmenso error de no hacer entrar el AVE por el trazado Orense-Vigo-Santiago-La Coruña (la pretendida “L”), deberíamos centrarnos en el trafico de mercancías, siendo imprescindible especializar el corredor del Miño por el sur hacia Madrid y el de la cornisa cantábrica por el norte hacia Europa.
Finalmente en cuanto al tráfico aeroportuario, es evidente que Santiago debe ser el aeropuerto internacional de Galicia, con una conexión de rápidas lanzaderas desde la estación del AVE al aeropuerto, que ponga  tanto a la estación viguesa como a la coruñesa en algo no mucho más allá de media hora cualquier vuelo internacional, facturando en el propio tren. En este sentido, tanto La Coruña como Vigo, habrán de ofrecer vuelos a Madrid, Barcelona y a cualquier otra ciudad con suficiente demanda para no tener que depender de subvenciones. Por otra parte, en materia de mercancías es donde Vigo puede y debe dar la batalla y jugar sus bazas, convirtiéndose en el aeropuerto base de Galicia, remodelando sus infraestructuras y centrándose fundamentalmente en esa opción, ahora finalmente reconocida y apoyada por Xunta, empresarios y Aena.
Evidentemente cuando llegue el AVE a Galicia, los tres aeropuertos perderán vuelos (Vigo menos que ninguno), pero si entonces ya somos el aeropuerto mercantil de Galicia, fuéramos capaces de materializar el superpuerto Rías Baixas y hubiéramos transformado el corredor ferroviario del Miño en la salida sur de Galicia hacia Madrid, la ciudad prácticamente, no solo no se resentirá de tal perdida para su aeropuerto, sino que su potencial en el tráfico aéreo de mercancías se vería claramente beneficiado.
Para ello, es preciso pensar en Galicia, y olvidarnos ya de hacer la guerra civil de aldea en aldea, de pueblo en pueblo e incluso entre ciudades.
En Vigo, por hacerlo siempre al revés, hemos perdido, y seguimos perdiendo, infinidad de ocasiones, al tiempo que acabamos tirando posibilidades por la borda en inversiones equivocadas, como la nueva estación ferroviaria, la ampliación de la Terminal del aeropuerto, su inmenso aparcamiento condenado al vacío, el puerto seco, etc.
Hemos de acabar ya de una vez con tanta demagogia pueblerina y pensar mas y más generosamente en Galicia. 
Xunta y empresarios parecen empezar a creer en ello.

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