Opinión

Ciudadanos

Nuestro diccionario de la Lengua Española, entre otras acepciones, define al ciudadano como “el habitante de las ciudades antiguas o de Estados modernos como sujeto de derechos políticos y que interviene, ejercitándolos, en el gobierno del país”.
No estamos pues definiendo simplemente al individuo que habita la ciudad, sino a alguien sujeto de derechos políticos y por tanto de deberes, pues todo derecho implica un deber, que además interviene, los ejercita e influye con ello en el gobierno del país.
Parece evidente que en España, a día de hoy, todavía resulta difícil ejercer de ciudadano, que se nos permita alcanzar la dignidad de tal, pero también, por otra parte, que exista una mayoría dispuesta a alcanzar tamaña dignidad, una mayoría que se aviene simplemente a pasar la vida como meros individuos pasivos, que utilizan ciertos derechos sin plantearse siquiera el ejercicio de ciertos deberes paralelos, ni siquiera en su propio bien y mucho menos en el de la sociedad a quien se deben, la masa, hoy todavía mayoría, desgraciadamente, que constituye el llamado voto necio.
Por otra parte lo segundo es consecuencia clara y directa de lo primero, algo que ha sido siempre así a lo largo de la historia: cuanto mas voto necio, cuanto menor ejercicio de derechos y deberes por parte del individuo, cuanto menos “ciudadanos”, más gobiernos dictatoriales, o alejados del pueblo, o seudo democráticos.
España es un claro ejemplo de la ecuación expuesta. 
La medida política desde la administración, de tratar de paliar su enorme, arbitraria y caprichosa deuda interna, a base de hacer pagar el pato del cinturón apretado a los funcionarios, al tiempo que los políticos seguían con sus prebendas en todo lo alto, evidentemente iba a tener un precio. La consecuencia era lógica de esperar, pues el funcionario ha acabado ahogando sus penas cantando, y mira que no hay partituras que interpretar… Como consecuencia de ello la cadena de procesos por corrupción, eslabón a eslabón, parece no tener fin. Pues bien, aunque haya sido por despecho, eso también es democracia, el control por parte del ciudadano de aquellos que dicen representarnos, empieza a ofrecer sus frutos y está poniendo de manifiesto que la podredumbre que atesoran los grandes partidos que hasta ahora nos han estado negando el advenimiento real de la democracia, de la voluntad popular, está siendo ya irrespirable. 
Hoy los ciudadanos sabemos que si se quiere, se puede, que España, si de verdad queremos democracia, necesita de un vuelco fundamental tanto en instituciones, como en partidos, en participación ciudadana real, en control, en todo aquello que implique descabalgar a las actuales mafias de los distintos poderes, ya sean políticos, económicos, sociales, etc.
¿Qué necesitamos para lograrlo? Algo muy simple pero también difícil de conseguir: implicarnos, pasar de individuos a ciudadanos.
Reconozco que para quien siempre se ha limitado a existir pasivamente, dejándose llevar por las vísceras, sentimientos o querencias, el camino ni es corto ni exento de sacrificios, pero es nuestro deber como ciudadanos el recorrerlo y transformar el uso legal (un hombre un voto) de nuestro voto necio, en el legitimo de nuestro voto y de nuestra actitud política responsable. 
La información es absolutamente indispensable, es la clave en esta carrera, pero una información en clave crítica, constructiva pero crítica. Lo primero es no beber nunca únicamente de las fuentes que nos son afines. Es indispensable conocer no solo los argumentos contrarios de cada noticia, sino los datos  más inaccesibles de los hechos, aquellos que se tratan de ocultar y que hoy cada vez resulta más difícil hacerlo y por tanto mas fácilmente acceder a ellos. El ejercicio fundamental es el de no dejarnos llevar por la corriente, ni siquiera por la que nos resulta mas agradable, es la base para que podamos acercarnos a la ecuanimidad.
Hay que leer diariamente los periódicos locales, una par de ellos nacionales de distinto sesgo, entrar en Internet a conocer a fondo los hechos, aprendiendo a filtrar, leer todos los ensayos que se van publicando sobre materias de fondo de las que tengamos interés pero poca formación, intercambiar correos y pareceres con quienes figuran en nuestra agenda.
Solo la actitud de querer convertirnos en ciudadanos hará que abandonemos el voto necio y contribuyamos a que España, finalmente, algún día llegue a ser una democracia con ciudadanos responsables al frente. No depende de nadie más que de nosotros mismos. No hay excusas.
De momento, tenemos lo que nos merecemos, ni más, ni menos.  

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