Opinión

Contentos y descontentos

Tiene en su desesperada búsqueda del poder tanta gente incomodada Pedro Sánchez que no le va a resultar sencillo convivir con tanto descontento nada menos que una legislatura entera. A nadie se le oculta que el poder es una cola que todo lo pega, pero las reacciones que se han amontado en estas horas sobe la mesa del presidente no parecen presagiar  situaciones estables y un horizonte claro. Ayer, sin ir más lejos, la primera voz en clave de amenaza que Sánchez escuchó fue la que entonaron a dúo las dos ministras del pacto que pierden cartera. “Nos podrá echar pero aquí vamos a seguir para incomodar a los amigos del presidente” le advirtieron Belarra y  Montero. No son las únicas que advierten. El pescozón se le atizaron los jueces y lo hicieron en dos frentes. Tanto les ha molestado y les ha tocado la nariz el presidente, que por muy entregada a la causa  que esté una parte del colectivo y por mucho que tres de ellos se mantengan en el Gobierno –recuérdese que precisamente el nuevo ministro de Justicia es más un político que un jurista aunque sea abogado y con expediente brillante- no están ni cómodos ni contentos. Por ejemplo, el Tribunal Supremo ha rechazado el ascenso de Dolores Delgado  ridiculizando ostensiblemente y colocando en una posición sumamente delicada al fiscal general que ella misma nombró para que la sustituyera. Ayer, dieciocho fiscales le remitían una carta criticándolo duramente por no defender la independencia del cuerpo sobre los que gobierna.

 El caso es que el TS viene a significar que la injerencia política tiene un límite y que con las cosas de comer no se juega como ha acreditado también por su parte el juez García Castellón que no va a darse por vencido y solicita que la Audiencia Nacional investigue a Puigdemont, Marta Rovira y otras diez personas, por delitos de terrorismo. García Castellón no ha abandonado por el momento la pieza que instruye sobre el comportamiento de “Tsunami democratic”. Es un tío muy terco.

Veremos pues en lo que para todo esto, pero sea cual sea el resultado de esta respuesta a los planes del Gobierno lo que sí se puede entender es que este modo de gobernar está dejando muchos muertos en el armario y mucho fino descontento. Menos mal que todavía hay agradecidos y emocionados ante los nuevos tiempos. Yolanda Díaz lloró a moco tendido renovando el cargo. No es para menos...

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