Opinión

La salud de aquellos puteros republicanos

Mire, dilecta leyente, el que no tiene nada que perder se apunta a un bombardeo, con la legítima esperanza de que su suerte cambie, y hay políticos que utilizan métodos de la bruja Lola para captar el voto de la desesperanza.  En caso de pisar maqueta, recurren a la güija para tomar decisiones.

Pongamos que hablamos de si monarquía o república. Mire, a mi esta discusión me parece legítima, aunque tal vez inoportuna por viciada, sobre todo porque los que proponen una consulta popular son los mismos que vienen tratando de dinamitar el Sistema. Lo que salpica de turbiedad al acto.

No pienso contribuir a la bulla, y hago mía la filosofía política de Deng Xiaoping: “Da igual que el gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones”. Pero, dada nuestra idiosincrasia, no quiero imaginarme un presidente de república de izquierdas y un jefe de gobierno de derechas, o viceversa.   

Lo mejor de las dos repúblicas que tuvimos fue que, al menos,  se preocupaban de la salud de los puteros republicanos. Por ello, las mujeres de “moral distraída” eran sometidas a periódicas revisiones médicas por la cautelosa autoridad gubernativa, representada por un “eunuco” funcionario policial.  

Habrá a quien le parezca insólito que sean los comunistas, en sus diferentes camaleónicos disfraces, los que promuevan esta movida, incurriendo en “desacato” contra el mismísimo Carrillo, uno de los padres de la Constitución, que entendió que la mejor opción para nuestro país era la monarquía parlamentaria, y tenía suficiente experiencia para saber lo que decía.

Algunos olvidan que el rey tiene un escaso papel en la cuestión doméstica, “reina”, pero no gobierna. Lo que no quiere decir que sea un florero, cuanto menos sirve de cohesión interna y en el exterior puede ser el mejor embajador, por sus contactos y su continuidad en el cargo. 

Sin embargo, no a todos llena de orgullo y satisfacción el relevo monárquico, a pesar de que el “novicio” viene liberado de los compromisos que le impuso el régimen anterior a su regio padre, teniendo que jurar por Dios y sobre los Santos Evangelios, fidelidad a aquellos Principios Fundamentales. 

Por cierto, don Felipe, hay dos cosas que me permito recomendarle: No caiga en el error de seguir considerando a su padre como el salvador de la democracia aquel 23F; por si acaso, escurra el bulto. La otra es recordarle que tiene un sosias en el poco recomendable  Bashar al- Asad, presidente de la República árabe de Siria. Procure cambiar de look, lo de la barba puede valer, aunque no es seguro; no vaya a ocurrirle como a un abogado de Orense de gran parecido con un atracador de bancos. Por cierto, ponga atención al tamaño de la corona, pues si es muy grande se puede convertir en un cepo. 

Otros, que siempre ven que la vaca del vecino tiene las ubres más llenas, creen que tener una monarquía es todo un lujo, que es un símbolo de arrogancia, y ven en la república algo que implica más sobriedad y al mismo tiempo de más cercanía al pueblo. Aparte de miopía política e histórica, ignoran lo que envidian otros países nuestro sistema.

¿Pero quién soy yo para meterme en este jardín, cuando mi amigo Fernando Ramos, periodista, jurista, escritor y reconocido experto internacional en Protocolo,  ha presentado su tesis doctoral sobre el tema? Y me consta que lo ha  hecho con el rigor intelectual que le caracteriza, desprovisto del apasionamiento bilioso de unos y el frívolo tratamiento de otros.

Te puede interesar