Fernando Ramos
La manipulación política de la denuncia contra Suárez
Parece ejercicio de obligado cumplimiento que aquellos o aquellas que han cumplido una vida ejerciendo actividades de cierta trascendencia, plasmen sus recuerdos en un libro de memorias. Las últimas cronológicamente hasta le fecha son las que ha firmado la cantante y actriz Cher, aquella que se dio a conocer cantando aquello de “I got you babe” junto a su marido Sony Bono, un sujeto de ademán agradable que acabó decapitándose él mismo mientras esquiaba imitando el modo en el que se despidió del mundo el príncipe Alfonso de Borbón aunque, al contrario del artista, no pocos sospecharon que a aquel aristócrata triste y maldito que pudo haber sido rey, se lo quitaron de en medio tirando un cable de acero de árbol a árbol en la pista por la que se deslizaba en una estación de esquí de los Estados Unidos.
Habitualmente, y aunque estas que habrá escrito cualquier veterano periodista a tanto la página para ayudar a un personaje tan inquieto y exuberante como Cher para que deje huella de su paso por el planeta puedan despertar un interés verdadero –es tanto lo que al parecer tiene que contar que ha dividido sus memorias en dos volúmenes y el segundo no estará hasta el verano que viene- este tipo de confesiones suelen defraudar, si bien el lector se hallará triste y desengañado previo abono en taquilla del precio que marca la solapa del libro y lo demás apenas importa a los editores. Recuerdo que yo me dejé la pasta en las de Alfonso Guerra que también se han publicado por entregas, y desgraciadamente no tenían el más mínimo interés porque lo que Guerra contaba en ellas era lo que en realidad podía contar un personaje que vale más por lo que calla que por lo que cuenta. Guerra resolvió su dilema apelando en cada uno de sus capítulos al conocido precepto “…y hasta aquí puedo leer” que patentó Chicho, y se ahorró disgustos posteriores.
Sospecho que mis memorias no interesarán a nadie ni siquiera a mis hijos, y por eso no he hecho el más mínimo esfuerzo en escribirlas al contrario de lo que le ocurre a Zapatero que parece empeñado en hacer un alto en sus elevados compromisos internacionales para escribirlas aunque como le caracteriza, no diga una sola verdad en ellas.
Si bien estoy deseando leer las memorias de Cher, las de Zapatero no las compraré en la vida.
Contenido patrocinado
También te puede interesar