El laberinto de Cangas
Vigo ha tenido tres alcaldes en un solo año y uno en los últimos 16. Cangas mejora todas las estadísticas: hay un concejal, Mariano Abalo, que lleva más de 40 años en la Corporación -récord de España- sin haber sido nunca alcalde, que es como permanecer cuatro décadas en Segunda División, sin subir ni bajar. ¿Imposible? Nada lo es en Cangas, donde otro de sus actuales ediles, el más votado, estuvo en la oposición, luego al frente del Concello, de nuevo en la oposición, otra vez como alcalde, y ahora en la oposición. Todo es así al otro lado de la Ría, un laberinto de pasiones con episodios dignos de Neftix: un alcalde, Lois Pena, logró una mayoría hiperabsoluta y acabó siendo declarado enemigo: no podía ni pisar la villa. Luego volvió, y quiso ser de nuevo alcalde, pero fue su propio partido quien lo vetó. También ha habido dinastías: al frente de Moaña estuvieron otro Pena y otro Abalo. Esperpento absoluto.
El anterior alcalde, Xosé Manuel Pazos, puso un poco de cordura. Pazos era una gran persona, creador del festival cómico de teatro, quizá la mejor contribución de Cangas en los últimos años. Una villa que podría ser turística, como Baiona o Bueu, pero que no: hace unos años un presidente del Puerto reconoció su sorpresa cuando habló con el titular de la Alcaldía de turno sobre la ruina de Massó y su entorno. La respuesta es: no hacer nada. Más barato para la Autoridad Portuaria.
Que ahora una alcaldesa esté al frente pese a no contar con el apoyo ni de su grupo, en ultraminoría, con solo tres concejales de 21, es solo un episodio más de la serie. Mariano Abalo, el mismo que lideró la bronca contra Lois Pena hace 35 años, continúa moviendo los hilos. Que no pare la fiesta.
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