Kit de supervivencia
Para una gran mayoría de españoles -dicen las encuestas- el verdadero kit de supervivencia es que Sánchez deje de ser presidente del Gobierno y permita la regeneración y la alternancia democrática. Para Pedro I de la Universidad Pública, su verdadero kit de supervivencia es permanecer en la Moncloa, no entregar el poder que logró con aritmética sin ganar en las urnas y mantener el blindaje del aforamiento y del poder como método de prolongación de su agónico final. Pedro Sánchez, el hombre que quiso reinar y terminó siendo un problema para España, está en una desatada deriva que denota cierta esquizofrenia electoralista y la soledad del abandono de sus socios y de la propia Unión Europea.
Todo indica que el kit de supervivencia de Sánchez pasa por un inesperado adelanto electoral en un intento de reproducir la mayoría Frankenstein desde una derrota inevitable en las urnas, como en verano de 2023. Sánchez va de mitin en mitin castigando a la oposición y persiguiendo a Mazón y Ayuso, como si su nada inmaculado comportamiento, acorralado por la corrupción y cesiones de Estado inaceptables, estuviera blindado con el relato falsario de su máquina del fango esparcido con el ventilador de la opinión sincronizada. Pero no, no es así. A Pedro se le suben a su barba de dos días sus socios comunistas de Gobierno mientras Puigdemont y Otegi diseñan desde Waterloo la gobernanza de la España que no les roba y que murió a manos de ETA. A Pedro le han leído la cartilla en Bruselas obligándole al rearme militar de más de un 3 por ciento del PIB. Y además le ha recordado Rutte que recibirá la llamada del monstruo Trump que viene a verle para que se deje de cuentos, retórica y engaños propios del gorrón de Europa. El secretario general de la OTAN le ha recordado que la diferencia de un misil ruso lazando sobre Varsovia o Madrid es de 10 minutos.
Esa moratoria trilera de Sánchez sobre el aumento del gasto militar sin precisar fecha ni calendario indica que en las catacumbas monclovitas están considerando la convocatoria de elecciones anticipadas. Un Gobierno propagandista anda concediendo “paguitas” a los pies de la tumba de Franco mientras culpa de las muertes de la pandemia y de la dana a sus rivales políticos en claro populismo electoral construido de bajeza moral. El lavado de los ERE, la constitucionalidad de la amnistía antes de verano para asegurar el voto catalán y esa fijación vengativa de castigo al electorado de Madrid y Valencia revelan la desesperación con la que Sánchez está buscando la oportunidad de una convocatoria con la que intentar de nuevo el milagro. Por eso sus actos de Gobierno se convierten en electoralismo mitinero con el que engordar su kit de supervivencia blindando lealtades y su futuro político con ministros barones como Montero, que se ha posicionado contra la presunción de inocencia tras la absolución de Alves.
El kit de supervivencia de Sánchez es tan frívolo y estéril como el de la comisaria europea y su bolso de prestidigitadora: en caso de guerra y elecciones, no servirá de nada.
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