Junts y ERC, en la explotación del éxito por la victoria final
Estos días las palabras que expresan conceptos pierden su sentido original, y términos como Derecho, Justicia, equidad, reparación, ejemplo, dignidad o moral quieren decir arbitrariedad, impunidad, chalaneo, desvergüenza, amoralidad y oprobio. Hay dos elocuentes esencias que resumen la realidad que, gracias a las cesiones de Pedro Sánchez, el independentismo catalán ha impuesto al Estado Español. El presidente expresaba su agradecimiento a Esquerra Republicana de Cataluña por su colaboración para imponer los indultos y la amnistía (o sea, a sus propios beneficiados), en tanto el portavoz de los mismos dijera que al PSOE hay que imponerle las cosas, y que, del mismo modo que se le fueron imponiendo indultos y la amnistía, acabará cediendo en el resto, léase el referéndum de independencia. Y lo sostienen todos con la misma seguridad. “Dadnos tiempo”, afirmaba Rufián.
Pedro Sánchez destacaba que, por el acuerdo para su investidura como presidente del Gobierno con Esquerra Republicana, “asumí el compromiso de reformar el sistema de financiación autonómica y reconocer una singularidad al pueblo de Catalunya”. Y cínicamente dice que es compromiso personal, no contrapago para que ERC ayude a colocar a Illa en la presidencia de la Generalitat. Claro que la portavoz de Junts, Mirian Nogueras, menos diplomática, le había espetado previamente que a lo que los que catalanes tienen derecho depende de los presupuestos generales del Estado y no de una investidura (como la propia de Sánchez, con la misma fórmula “Quid pro quo”). Así que se ande con ojo, y que aprobar las cuentas del año que viene y seguir en la Moncloa depende del apoyo de su jefe. Y están en racha.
Lo de la amnistía va saliendo como se negoció. Se va logrando todo, sin ceder absolutamente en nada, porque el aparato del Estado, ahora hasta la mismísima fiscalía general, ha sido puesta al servicio de los pactos del jefe de Gobierno con estos proveedores de estratégicos votos para dejarlo en el cargo. La situación que ahora vivimos recuerda la doctrina de Sun Tzu, perfeccionada por Karl von Clausewitz, en su famoso tratado donde ambos coinciden en el concepto (hoy vigente en la doctrina militar) de “la explotación del éxito”, o sea, cuando el enemigo está vencido hay que perseguirlo hasta el remate y la victoria total.
Porque el PSOE de Sánchez tiene abiertos dos frentes en esta misma guerra, con las mismas conferencias de paz, en el extranjero y con mediador. Sus dos contrincantes tienen el mismo objetivo, la independencia de Cataluña, pero como se llevan mal entre ellos, plantean la batalla con algunas divergencias, aprovechando la debilidad del enemigo. Junts es más rotundo y menos maniobrero y hasta ahora le ha salido bien. Tampoco ha cedido en nada y tiene elementos de presión suficientes para atacar a Sánchez por un flanco desguarnecido, o sea, la Moncloa. ERC, aparte de sus propios roces con los de Puigdemont ha sido más paciente táctico y hasta es alabado por el modo de imponer al Gobierno sus propios avances, a base de ir recortando al Estado mismo. O sea, que son más sutiles. Pero, aunque tengan sus diferencias, el objetivo final es el mismo, la independencia. Sin más.
Los alabarderos de Sánchez dicen que las derrotas sucesivas son movimientos tácticos del gran estratega que, por cierto, cuenta entre sus consejeros a cónsul de Maduro y ex presidente Zapatero, quien en su día, alimentó la doctrina cuestionando el concepto de nación misma, pero afirmó, cosa que Sánchez hizo propia de que Cataluña sí lo era, y acompañó al plan de operaciones que Maragall elaboró a Zapatero como tratado para el Estado asimétrico, que ahora se pretende ir desarrollando, a través del reconocimiento de singularidades territoriales como estamos en ello.
Ya me he aburrido de advertir que resulta incongruente que la dirección un partido que se dice socialista entienda que la vecindad civil, es decir la comunidad donde cada ciudadano tenga residencia (y eso no es una diferencia cultural o étnica, sino una cuestión meramente administrativa) tenga tratamiento, derechos o deberes distintos de los que residan en otra, porque se supone que todos son ciudadanos del mismo Estado son iguales. Pero lo peor de todo, aparte de las componendas y pactos de Sánchez a costa del Estado.
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