Opinión

Unzué

Juan Carlos Unzué fue un futbolista de élite, portero en el Barça durante dos temporadas y una figura en el Sevilla (222 partidos). Tras su retirada, se convirtió en entrenador en La Liga, con buenos resultados, incluyendo su paso por el Celta, donde fue injustamente criticado. Ahora nos acordamos que la suya fue una de las pocas temporadas en los últimos años en que el equipo no tuvo problemas para salvar la categoría. Todos esos innegables méritos profesionales se han quedado por debajo de su papel como embajador de los enfermos de ELA, la peor enfermedad imaginable, que mata lentamente el cuerpo mientras mantiene íntegra la cabeza. La Esclerosis Lateral Amiotrófica no tiene cura y se ceba especialmente en deportistas profesionales (acaba de fallecer Miguel Ángel, ex del Real Madrid) sin que se sepan las razones. De la ELA se desconoce absolutamente todo salvo el fin que les espera a quienes la padecen y las investigaciones, como en otras afecciones neuronales, no han avanzado prácticamente nada en los últimos 40 años. 

Unzué es un héroe: en lugar de venirse abajo, ha soportado con enorme entereza y una sonrisa el mal que le ha tocado por la lotería genética y se ha convertido en el mejor portavoz de los miles de personas que padecen ELA y otros tantos familiares que se ven obligadas a dedicarse por completo a atenderlos, algo que sé de primera mano. 

El Gobierno había prometido una solución a través de una ley específica que dotaría fondos para al menos contratar ayudantes que permitan sobrellevar algo mejor el avance de la esclerosis mientras mina el cuerpo hasta paralizarlo por completo. Juan Carlos Unzué dijo un par de cosas durante su presentación con otros compañeros en el Congreso de los Diputados. La primera, su sorpresa por que apenas había cinco parlamentarios presentes en su comparecencia. La segunda, que los enfermos de ELA rechazan que su solución sea la eutanasia. Eligen vivir y solo piden ayuda. Es lo mínimo.

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