Opinión

Tal como somos

Pues no, tampoco esta vez hemos llegado a los 300.000 habitantes, la frontera cientos de veces anunciada. Al menos no se ha producido aún oficialmente. Y sí, Vigo es una ciudad cada vez más envejecida. Pero también más mezclada. Esa fue la base de su verdadero despegue. En el pasado, en los años cincuenta y sesenta, con miles de personas de todas partes de Galicia y el resto de España que confluyeron en busca de trabajo, formaron familias y duplicaron el tamaño de la ciudad hasta convertirla en la primera de Galicia. Porque  había donde emplearse y esa es la clave del despegue, con astilleros, plantas cerámicas y fábricas de coches. Luego llegaría la primera crisis, en los ochenta, y otras después ya en este siglo, la última en 2008, todavía bien presente. La inmigración del resto de Galicia y España se paró, pero a cambio se inició la llegada desde el exterior, como en la mayoría de las grandes ciudades españolas. A día de hoy son más de 20.000 vigueses extranjeros y el número va a seguir creciendo con seguridad y hay que insistir en que afortunadamente: significa que hay confianza en el futuro de Vigo y porque es la única posibilidad de que esta ciudad se mantenga en pie. 

Los tres países emisores más importantes en los últimos ejercicios, Venezuela, Colombia y Ucrania, lo son por los graves problemas por lo que pasan, muy distintos. En las naciones sudamericanas por la crisis brutal social, política y económica que sufren sus ciudadanos gracias a los gobiernos populistas, los de recetas sencillas para problemas complejos adornadas con palabrería. Una receta que se resume en menos libertad y mucha menor prosperidad. En el tercero, por la invasión rusa que no cesa y que ha llevado a que los ucranianos conformen una colonia de cierto peso, creciente. Además, hay otros clásicos, como Brasil, Perú o Portugal, con miles de los suyos expatriados e integrados en la vida viguesa. Los rumanos, en cambio, están a la baja. Como los chinos. Así es Vigo. Así somos.

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