Opinión

Día de la Constitución

Miles de portugueses pasaron por Vigo el viernes y el sábado; algunos pernoctaron y muchos más estuvieron durante unas horas antes de regresar a su país, que celebraba la fiesta de la independencia de España, su día nacional denominada Restauraçao, que supuso el definitivo adiós a la unión ibérica. En justa devolución, hoy, fiesta nacional en España por la Constitución, miles de gallegos cruzan el Miño para disfrutar del festivo en Portugal, la mayoría entre Valença y Caminha, otros en Viana do Castelo o incluso Oporto, ciudad normalmente atestada salvo curiosamente en estas fechas. 

La Constitución española se celebra en Portugal, mientras los representantes locales acudieron al Marco a una ceremonia habitualmente deslucida y con aire de trámite, pero no ayer. Había cierta expectación en esta ocasión por lo que podrían decir destacados militantes del partido del Gobierno y se notaba. Su delegado en Galicia -que acierta al sacar de A Coruña la festividad y moverla por las ciudades- calificó de “advertencias catastrofistas” lo que no son sino ajustadas visiones de una realidad que hace cinco años habría resultado no solo increíble sino también “indeseable”, como reiteraron los dirigentes socialistas. Incluso cinco meses atrás ningún responsable del actual y anterior Gobierno habría dado por válido el disparate suizo, entre otros que según todas las encuestas enfadan y mucho a los españoles, como “El País” reconoció en su portada. 

Metidos en harina, ayer el alcalde vigués habló en términos nacionales, fijando como problema único de la Constitución la renovación del CGPJ, que en efecto lleva cinco años de prórroga y es probable que siga así en tanto no haya un acuerdo PP-PSOE que garantice la modificación de la ley de elección en el mismo paquete. El Gobierno está en otras cosas, incluyendo una lectura confederal del Estado, una reforma constitucional por la puerta de atrás. Veremos.

Mientras todo esto ocurre, la normalidad preside las relaciones entre las dos orillas del Miño, con miles de vigueses allí y miles de portugueses aquí, celebrando ambos sus días nacionales al otro lado de la frontera, que aún existe aunque afortunadamente no lo parezca. La vida continúa y cualquier tiempo pasado fue peor.

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