Jesuitas dicen adiós a Vigo

Los jesuitas se van de Vigo, el Colegio Apóstol sigue. No será lo mismo, claro. Nunca lo es. Nada que ver los Jesuitas que llegaron a Vigo en el siglo XIX con los que fueron determinantes en el XX y los que se marchan en el XXI. Mucho cambió la sociedad, más todavía Vigo. La ciudad a la que llegaron ni siquiera tenía los actuales límites, y era fronteriza con los ayuntamientos de Bouzas y Lavadores, que en los siguientes años acabarían incorporándose a Vigo para formar el municipio que hoy conocemos. Bouzas aportó playas y la pesca; Lavadores, toda la corona de parroquias que conforma el anillo más exterior.

La llegada de Jesuitas supuso para Vigo la entrada de un modelo de educación tan profundamente católico como expresamente elitista, pese a que la Compañía mantenía al mismo tiempo un vínculo con el barrio a través de un segundo colegio para niños sin recursos. Esa característica, su elitismo, que ahora puede considerarse negativa, significó entonces un paso adelante decisivo para que Vigo pudiera formar hombres (no hubo mujeres hasta los años setenta y solo en los últimos cursos) con liderazgo para hacer de una ciudad que vivía de la industria y el mar un polo económico en Galicia. Luego su condición de élite se fue relajando y el Apóstol se convirtió en un centro más popular, lo que permitió que miles de vigueses pasaran por sus aulas. No lo hicieron mal. El colegio se fue adaptando a los tiempos, se hizo concertado y finalmente mixto desde preescolar y el peso de los religiosos se fue diluyendo hasta ahora desaparecer. El Apóstol continuará en Vigo y nada será lo mismo. Nunca lo es.