Javier Guerra

Fue Javier Guerra un mal conselleiro de Economía e Industria? Diría que no. En Vigo, echó el resto en ayudas para sectores claves como el naval y la automoción, aunque apenas supo vender sus logros. Vale un detalle: en la Delegación Territorial de la Xunta en Vigo había un amplio despacho sin estrenar y Guerra se tomó la molestia de al menos una vez a la semana recibir empresarios y representantes sociales vigueses. Todo esto en el haber, incluyendo su capacidad para la gestión económica contrastada en la Administración local –fue el artífice de la reducción de la deuda en el Concello durante la etapa de Corina Porro, siendo concejal de Hacienda- y no digamos en la actividad privada, donde se convirtió en una auténtica estrella gracias a la gestión de la marca El Niño, elevada a icono. En el debe, una dificultad patológica para explicarse y su tendencia a enfadar a los propios, incluido su partido, al insistir más de la cuenta en que no es un político y en que da más de lo que recibe, lo que no resulta recomendable decir de uno mismo.

Si no fue un mal conselleiro, ¿por qué Feijóo lo acaba de señalar? Vamos por partes. En primer lugar, no gustó al hermético presidente gallego que Guerra volviera a dar síntomas de cansancio y distanciamiento en su continuidad para después reclamar sitio en la lista. Además, y por la propia forma de ser del exconselleiro, había un buen grupo de empresarios que mostró al titular de la Xunta su disconformidad. Estos son hechos. Añadamos una hipótesis: puede ser el candidato a la Alcaldía. Aunque no parece que su apartamiento sea la mejor tarjeta de presentación parece viable. Dependerá en primer lugar de que Javier Guerra exprese de forma contundente que quiere ser alcalde de Vigo y que está dispuesto a quemarse durante los tres próximos años en ello. A partir de ahí, todo sería posible.

Pd. Aunque jugador de ventaja reconocido, Caballero tendría que ser recibido por Feijóo y quizá tratar a fondo las relaciones institucionales siempre que el alcalde prometa -por escrito- cumplir los acuerdos alcanzados.