Fernando Ramos
La manipulación política de la denuncia contra Suárez
La saga fuga de Puigdemont, la desaparición del presidente Sánchez al que muchos periódicos tratan de situar rastreando infructuosamente su ruta de vacaciones, y las sandeces pronunciadas en cadena por el ministro Puente que se ha quedado en la garita de guardia y que en lugar de asumir con sentido común y prudencia su responsabilidad, envilece y malbarata aún más su propio discurso mientras se va a jugar al golf, han ofrecido materia bastante para revitalizar la galería de memes, esa versión ofimática del chiste de toda la vida que, como todas las cosas en este siglo XXI, ha ido adecuándose a los nuevos cambios tecnológicos aunque algunos miembros del gabinete como María Jesús Montero aún no hayan caído en la cuenta de este fenómeno, quizá porque en su burbuja de amor a la causa, la vicepresidente no haya caído en la cuenta de nada.
Uno de esos memes que se amontonan en las redes como moscas en un bote de mermelada dice que Puigdemont acabó escondiéndose en la sala de trofeos del Barça: “Como allí hace años que no entra nadie, -declaró en Waterloo- estaba seguro de que nadie me iba a buscar en un lugar semejante”. Hay cientos de ellos, algunos buenos y otros no tanto, pero de lo que no cabe duda a la vista de este despliegue de ingenio popular, es que la gente corriente está hasta la coronilla de una situación tan grotesca como la que estamos viviendo, y si yo fuera ese presidente evaporado por arte de magia que unos sitúan en Marrakech y otros en las playas cubanas, no paría de darle vueltas a la situación para encontrar un resquicio por el que meterle mano, aunque la mejor manera de arreglarlo tanto para administrador como para administrados hubiera sido no provocarla.
Como Puentes es un irresponsable iracundo y faltón que sale a majadería cada vez que abre la boca, ya ha dicho públicamente que se encargará el Constitucional de arreglar lo de la amnistía para Puigdemont que los jueces de la Audiencia le niegan. Para eso ha quedado el Constitucional, pero cierto es que ya no es hora de andar jugando y tomándose la ira del pueblo soberano a beneficio de inventario. Mal harán los gobernantes en trivializar un sentir general que da muestras irrefutables de indignación y hartazgo. Y eso es lo que están haciendo. Que se lo piensen. Los memes no son para despreciarlos.
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