I+D: ¿civil o militar?

Publicado: 20 oct 2025 - 02:00

Son numerosos los científicos que muestran una gran preocupación acerca de que sus conocimientos o su trabajo derive en el desarrollo de sistemas de armas y sistemas de defensa o para la defensa. Se plantean como una cuestión ética importante el contribuir con su trabajo a mejorar la capacidad de destructiva que puede tener un ejército y las consecuencias que suponen destruir vidas de seres humanos. Hace relativamente poco, en una comisión en la que estoy trabajando en la elaboración de un documento para identificar áreas científicas prioritarias, una compañera del grupo de trabajo declaró que no se sentiría cómoda si en alguna parte del documento se hiciera mención con el posible uso militar de alguna de nuestras recomendaciones.

Pero ¿quién decide o limita que un avance científico acabe o no en el ámbito de la defensa o la guerra? En el icónico informe Bush (Vannevar Bush, “Ciencia, la frontera sin fin”. Un informe al presidente, julio de 1945), donde se sientan las bases del sistema de ciencia e innovación en los EEUU se justifica la creación de un sistema de ciencia robusto, precisamente porque una ciencia robusta en un país, es la primera condición para estar preparados para la guerra. Y en el informe se ponen de ejemplo muchos casos en los que la utilización de un conocimiento científico determinado, sirvió durante la segunda guerra mundial para salvar muchas vidas. En el informe no se hace hincapié en que la ciencia también fue responsable de desarrollar armas para acabar con muchas vidas (por ejemplo, el proyecto Manhattan). Sin profundizar en este interesante debate, que tiene una faceta ética importante, lo que no cabe duda es que son muy numerosos los ejemplos de desarrollos científicos y tecnológicos que han pasado del mundo civil al militar, y viceversa. Aunque muchas veces es difícil saber si fue antes el huevo o la gallina.

Veamos algunos ejemplos. La Inteligencia Artificial nace en entornos académicos, como la computación cuántica, el “blockchain”, la realidad virtual, los drones o los sensores ópticos. Todos son hoy desarrollos fundamentales en el ámbito militar. Internet, el GPS, el radar o las latas de conservas nacen en el ámbito de defensa y hoy no podemos vivir sin ellos en el ámbito civil. También hay muchos ejemplos en el mundo de los materiales. Por ejemplo, el Nylon se inventa en los años 30 como fibra textil, e inicialmente se utiliza para fabricar medias. En la segunda guerra mundial se utilizó para los paracaídas. El wolframio aparece en los filamentos de lámparas incandescentes y herramientas de corte y acaba en proyectiles perforantes. Los materiales compuestos, no está muy claro si empezaron en los aviones civiles o militares, pero si que su conocimiento y fabricación se optimizó gracias a la industria militar. Lo mismo ocurrió con las aleaciones de titanio y su uso en aeronáutica. El kevlar y las resinas epoxi nacen buscando aplicaciones militares y hoy forman parte de nuestra vida. Está claro que el flujo ha sido totalmente permeable entre el mundo de la defensa y la vida civil y que eso ha beneficiado ambos mundos. Desarrollos, inventos, que aparecen con fines de destrucción y acaban salvando muchas vidas y viceversa. En países con una I+D poderosa en inversión (no es el caso de España), sus agencias y organizaciones vinculadas a la Defensa, invierten una gran parte de esa financiación general para la I+D del país. Incluso en proyectos que nada tienen que ver con Defensa, pero que se entienden de interés general y que, como todo lo que es bueno en Ciencia, tiene aplicaciones en todos los ámbitos.

Hoy Europa, y dentro de Europa España, se ve en la encrucijada de tener que derivar presupuestos importantes hacia el llamado “gasto en Defensa”. Nos guste o no, es una necesidad. ¿Por qué no somos inteligentes y una parte importante de esos recursos los dedicamos a la I+D?

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