Humor para navegantes

Publicado: 22 oct 2025 - 01:20

Hay necesidad de terapia en este país nuestro. Y permítanme ayudar poniendo humor sobre la mesa. El humor que a menudo es relegado al terreno del entretenimiento es una herramienta poderosa de análisis y conexión social. Lejos de ser frívolo, revela tensiones, ilumina contradicciones y permite abordar lo complejo desde lo cotidiano. No es casual que los humoristas sean observadores privilegiados de la realidad. El humor bien construido genera reflexión, cuestiona normas y abre espacios de diálogo donde otras formas de discurso fracasan. Echo de menos su ejercicio en los juicios y en las tertulias. ¿Cómo no haberle preguntado a Begoña Gómez si quería un cojín para animarla con comodidad?, ¿Cómo no tener el Falcon preparado para que el hermano músico sobrevolara Portugal descansando de La Moncloa? Sí que hubo quien pensó ofrecerle un sobre a Koldo por enseñarnos el contenido de la mochila que no durmió en la cárcel. Hasta Óscar Puente tuiteo que quería una para llevar la canastilla de su hijo. Los traumatólogos no justifican el peso ni con la frase koldiana ¨hay que estar prevenido¨. Por algo cada vez que alguien decía ‘esto queda entre nosotros’, Koldo pensaba ‘entre nosotros y mi disco duro’. Grababa tanto que en vez de móvil tenía una productora y no grababa por vicio, grababa por si algún día Netflix llamaba.

Desde la ironía hasta el absurdo, el humor activa la reinterpretación de lo conocido. Un humor bien diseñado puede ser estético, pedagógico y hasta profundamente moral. Incorporar el humor implica enriquecer los mensajes y el ¨Ánimo Alberto¨ persuade y transforma al que no tiene que decir.

En tiempos de polarización y saturación informativa, el humor puede ser el puente más eficaz entre palabra y escucha. Y donde hay gallegos eso se nota. Este lunes el Almirante general Antonio Piñeiro Sánchez, Almirante jefe de Estado Mayor de la Armada almorzaba con el Club de Periodistas gallegos en Madrid. Estuvo desenfadado y divulgativo en la necesidad de una conciencia de defensa en los periodistas y en la sociedad. Construye con naturalidad y humor intuitivo, ese que navega con lealtad, escucha con testimonio y no se rinde con la niebla. Dicen que donde hay una piedra, hay un gallego. Y si no la hay, la traen de casa. Lo cierto es que últimamente la presencia gallega se ha vuelto tan ubicua que ya no sorprende verlos en los lugares más insospechados llegando hasta las urnas bolivianas.

En los cuarteles españoles, los gallegos no solo marchan: organizan la romería. El general Amador Enseñat y Berea, jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra ha instaurado la “formación en zigzag”, inspirada en las curvas de la Costa da Morte. “Es más natural”, dice. Y en maniobras, si hay niebla, los gallegos se orientan mejor que el GPS. “Es como estar en casa”, aseguran. En la Armada, los gallegos dominan y aunque no lo sean alguien les recuerda la queimada respirada en Marín, donde llevan siglos peleando con olas que tienen nombre propio. Allí ha habido ascensos por distinguir entre una mariscada y una tormenta tropical. Queda sustituir el toque de diana por gaita y el brindis sentado en el barco por el karaoke ¨ondiñas veñen e van¨.

Los gallegos no invaden, se infiltran con cariño. Y cuando te das cuenta, te han enseñado a hacer filloas y a hablar con interrogaciones. Galicia es una estrategia global de expansión afectiva. Y funciona Almirante general Antonio Piñeiro Sánchez.

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