Los hombres mosca
Aplausos para quien tiene que sentarse en el banquillo y duelo sin rezos para las víctimas de la Dana. Representaciones que podrían haber sido escritas por un guionista satírico. El Tribunal Supremo y el Museo de las Ciencias de Valencia son escenarios paralelos de una tragicomedia institucional. Las apariencias engañan, y vemos banda sonora de aplausos y protocolo de gala adaptados a la trama de los personajes bajo la escenografía, la iluminación, el vestuario, el sonido y el público en vivo. Se eliminan o modifican partes que no se traducen bien al formato escénico y se ajustan los diálogos para que sean creíbles al ser interpretados por actores. Los conflictos de los personajes son elementos claros para la audiencia y la ambientación física no tiene por que ser realista, mejor sugerir e incluso puede ser abstracta.
En el Museo de las Ciencias de Valencia lo vimos en la practica con la celebración del funeral llamado de estado para celebrar el año de la Dana. Victimas muertas sí, pero ni un padrenuestro, que hasta hubieran agradecido los menos creyentes. El Rey presidía el acto con solemnidad, pero el ambiente tenía más capas que una cebolla institucional. Y lo que en una misa no hubiera podido hacerse sí dio pie para megáfono de pancarta al lado de TVE, la única presente. Mazón, por los gritos de ese día y más por los silencios estratégicos ya es ángel caído. El duelo que llamó al acto compartió espacio con la reivindicación, y el protocolo se convirtió en escenario de expresión política. El minuto de silencio tenía la intensidad de una reunión de vecinos discutiendo el ascensor. Más de uno recordaba, bajito y al oído, la huida del presidente Sánchez.
Álvaro García Ortiz, fiscal general del Estado mira tras las gafas Harold Lloyd, agarrado al reloj, en el aire y con los bucles apretados en las ideas. Acudió al Tribunal Supremo como acusado en un proceso por presunta filtración de datos y volverá la próxima semana. La escena parecía sacada de una entrega de premios: entrada por la puerta principal, toga reluciente, coche oficial y un recibimiento digno de estrella mediática con simpatizantes que lo aplaudían con entusiasmo. Algunos incluso llevaban carpetas, como si esperaran autógrafos. ¿Juicio o encuentro? Las apariencias parecían decir: “¡Bravo, fiscal!”.
El fiscal no declaró si traía merchandising, pero varios asistentes podrían haber asegurado haber visto una taza con el lema ‘Confidencial, pero con estilo’. García Ortiz es hoy el personaje de cine mudo Harold Lloyd. El actor cómico estadounidense conocido por su interpretación en "el hombre de las gafas”, se distinguía por realizar sus propias acrobacias en películas como ¨El hombre mosca¨ de 1923, donde aparece colgado de las manecillas de un gran reloj en lo alto de un edificio.
Lloyd, en la vida real no necesitaba gafas, popularizó las de pasta en su personaje, que completaba con un traje y un sombrero. Esa imagen ya es icono del cine y se utilizó para transmitir la idea de que uno es capaz de escalar hacia el éxito. Las gafas del fiscal no solo evocan a Harold Lloyd, detectan aplausos a distancia y evitan ver la acusación. Algunos medios sugieren que el próximo paso será retransmitir los juicios en horario prime time, con votaciones del público y jurado popular vestido de gala. Yo como cualquier cronista con sentido del humor digo que, si esto es normalidad institucional, que no nos falte el intermedio, aunque sea sin palomitas.
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