Opinión

Rodaron las cabezas que no eran

Hace meses que el Gobierno se ve sometido a la presión de la sociedad que clama por la depuración de responsabilidades y la reparación del daño producido como consecuencia de la entrada en vigor de la ley de “solo sí es sí”. Daño para las víctimas que ven como cientos de violadores y acosadores sexuales han visto reducidas sus penas y han salido de la cárcel antes de tiempo a pesar de que teóricamente, la ley habría de ampararlas mucho más que lo que hasta entonces contemplaba el Código Penal. 

Apenas hace unas semanas que el presidente del Gobierno reconoció los errores indeseables “y me quedo corto”, añadió, pero nada se ha movido en el gabinete de Pedro Sánchez. Los barones socialistas que se enfrentan en breve a elecciones autonómicas y municipales ven cómo esa pasividad del presidente pone en entredicho la capacidad socialista para resolver un problema generado desde su propio gabinete, aunque del lado que controla Unidas Podemos.

En paralelo, hace también unas semanas, se supo que Renfe había licitado unos trenes que de no haber detectado el error la empresa que resultó adjudicataria antes de comenzar la fabricación de éstos, no habrían podido circular porque no cabrían por los túneles de la línea de vía estrecha de la cornisa cantábrica. Los presidentes de Asturias y Cantabria, territorios afectados, reclamaron a la ministra de Transportes, quien anunció una investigación y que se depurarían las responsabilidades al tiempo que se resolvería el problema.

Frente a la inacción en el caso de la ley de “solo sí es sí”, el caso de los trenes ha traído como consecuencia el cese de cargos intermedios en Renfe y Adif y, ya más recientemente, la destitución del presidente de Renfe y de la número dos del Ministerio, Isabel Pardo de Vera.

Lo que no está muy claro es la razón por la cuál la ministra de Transportes cesó a su secretaria de Estado. Porque si lo hace porque era la presidenta de Adif, el gestor de las infraestructuras ferroviarias en el momento que tenía que haber facilitado datos fidedignos a Renfe de la vía que es de su competencia, en el mismo lote tendría que haber fulminado con más motivo a la presidenta actual, María Luisa Sánchez, que era presidenta de Adif cuando licitó tres locomotoras para la misma vía estrecha, con el mismo fallo de facilitar datos equivocados sobre los gálibos de los túneles y tuvo que ser una de las empresas candidatas la que puso sobre la mesa el error.

La ministra se apuró en cesar a Isabel Pardo de Vera antes de que se conociese la investigación interna encaminada a conocer las causas y los causantes del despropósito, quizás para dar un toque de ejemplaridad en el sentido de que mientras en el lado de Unidas Podemos siguen mirando para el aire cada día que salen a la calle nuevos delincuentes sexuales amparándose en la reducción de penas que les ha facilitado la ley de la que tan orgullosos se sienten, en la banda socialista del Gobierno se depuran las responsabilidades y ruedan cabezas cuando alguien comete un error.

Si lo que hay que depurar es una responsabilidad técnica, no corresponde hacerlo con la secretaria de Estado de Transportes ni siquiera por su condición de ex presidenta de Adif. Si lo que se pretende es depurar responsabilidades políticas, es la propia ministra quien tendría que dimitir. Desde luego no el único alto cargo de ese Ministerio que no tiene perfil político y nunca quiso ejercerlo.

Isabel Pardo de Vera, que rodó su carrera de ingeniera de caminos por la línea de alta velocidad desde Santiago hasta más allá de A Gudiña, fue quien desatascó su construcción a partir de la llegada de Íñigo de la Serna al Ministerio, deshaciendo los entuertos que otros sembraron hasta lograr la paralización de las obras. De no haber sido por su diligencia y empeño personal, es probable que aún estuviésemos esperando a que finalizasen las pruebas en el último tramo de la línea. 

El cese de Pardo de Vera es una muy mala noticia para Galicia. Con tantos asuntos pendientes, en el Corredor Atlántico, en la salida sur de Vigo y la conexión con Portugal, en los tramos pendientes de la variante exterior y en la estación intermodal de Ourense, su presencia en el Ministerio era un importante activo para defender esas y otras muchas infraestructuras pendientes. Había demostrado una interlocución solvente para los asuntos de Galicia que ahora quedan huérfanos en un Ministerio más volcado hacia otros territorios.


Mal solución se ha dado a la crisis de los trenes. Rodaron las cabezas que no eran.

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