Ferrol feliz
Son Vigo y Ferrol dos ciudades gemelas en el norte y sur de Galicia. O lo fueron. Ferrol, como Vigo, basa la mitad de su economía en la industria naval y el sector portuario. La otra mitad estaba en el Ministerio de Defensa. Como Vigo, Ferrol no es capital de provincia. Dos vigueses que ejercían como tales, Irisarri y Suárez, fueron alcaldes ferrolanos, y una ferrolana, Corina Porro, en Vigo. Y así podríamos seguir con los parecidos.
También hay diferencias, muchas. La primera y más importante que mientras Vigo todavía está vivo y con posibilidades, aunque creo que confundido en su vocación, Ferrol presenta los peores índices de España en casi todo: en desempleo, en ser la ciudad más envejecida del país y también la que más población ha perdido este siglo. Un auténtico drama que merece un estudio de por qué ha pasado y qué se puede hacer para evitar el cierre. Solo hay un caso similar, en otra dimensión, el de Detroit, la urbe americana que más habitantes perdió tras decaer como la Motow, hasta declararse en quiebra. En Ferrol fallaron tanto el naval como el Ejército. Y así vino todo.
¿Hay esperanzas? Las hay. Si para Vigo, y volvemos a la comparación, su futuro será como cabeza de un área metropolitana o no lo será, para Ferrol pasa por convertir su comarca, que ya tiene nombre, Ferrolterra, en un ayuntamiento único con la fusión con Narón y Fene. De esta forma, conseguiría peso específico demográfico, con más de 100.000 habitantes, para ser la tercera ciudad de Galicia y no la séptima. La diferencia es abismal a la hora de reclamar servicios y dotaciones. Esta semana eligió alcalde al popular José Manuel Rey Varela, con una mayoría absoluta que le dará estabilidad. Parece alguien con capacidad de enderezar la nave.
Y al menos se han llevado una alegría con el ascenso del Racing a Segunda, equipo también hermanado con el Celta, con el que comprarte Cruz de Santiago. Quizá nos veamos pronto.
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