A favor de los Lakers
Acogiéndome al camino abierto por este visionario de la exaltación partidaria que es el secretario de Estado para el Deporte, estoy planteándome seriamente escribir un artículo que defienda el prestigio de los Lakers en este amargo momento en que han batido el récord de diferencia de puntos en contra a lo largo de toda su exitosa existencia. Sus eternos rivales, los Clippers de su misma ciudad, les han faltado al respeto en propia cancha y les han atizado la mayor paliza de su historia, 94-142, nada menos que 48 puntos de diferencia. Los Lakers no encajaban tantas canastas desde 1984 y parece no caber duda alguna de que han sido objeto de una auténtica vejación -ante su propio público y delante de las cámaras de televisión de todo el país- que necesita urgentemente ser restañada por la vía del incienso como ha hecho Cardenal con su artículo de "El País", una extravagante proclama que jura además no haber sido inspirada por nadie. La trascendente aportación del equipo californiano al basket universal, su trayectoria, el modo en el que un conjunto en el que han jugado Kareem Abdul Jabbar, Magic Johnson o Jim Worthy ha contribuido a consolidar el prestigio estadounidense a lo largo y ancho del planeta, son aspectos admirables y por tanto no hay más remedio que restañar las consecuencias de tal desastre.
Así que, para qué pensar en sus consecuencias o dudar de su legitimidad. Esta noche me tomaré una taza de manzanilla para templar emociones, me pondré al teclado y redactaré un encendido manifiesto en defensa de este ejemplo vivo del deporte universal y espejo en el que el noble arte del baloncesto se ha mirado durante al menos cuatro generaciones. Poco importa que hayan hecho el ridículo más espantoso y que Magic Johnson esté buscando uno por uno a la plantilla actual y su entrenador para liarse con ellos a garrotazos con los que saldar tan humillante derrota. Hoy toca defenderlos como en la Legión. O sea, con razón o sin ella.
Y además, no están inmersos en causa judicial alguna que uno sepa. Cardenal ha enseñado el camino y si es así y sale indemne de la que ha liado es que todo vale. Gloria a los Lakers y a Gasol más que a nadie. Al fin y al cabo, es uno de los nuestros y se lo merece mucho más que esa panda de directivos del Barça que tratan de hacernos comulgar a todos con ruedas de molino mientras Cardenal se hace monaguillo y alza el botafumeiro.
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