José Teo Andrés
Vigo va, pero...
Aznar está presentando su libro “Orden y libertad” y su discurso, aunque interesante a ratos, suena tan actual como el primer single de Oasis. Su entrevista con Federico Jiménez Losantos en EsRadio me ha servido para comprender lo que le ocurre de fondo al PP, que no es otra cosa que el juez inexpugnable, el paso del tiempo, la espiral del cuñadismo boomer.
Podemos seguir fingiendo, si queréis, que el PP no está envejeciendo mal, y que heredará pronto el Gobierno de la banda mafiosa que lo okupa. Más bien, lo puedo hacer yo, que veo los toros desde la barrera, pero no es recomendable que en Génova lo sigan viendo así. Solo entendiendo el problema pueden encontrar una solución. El PP suele admitir errores, pero por lo general lo hace tres o cuatro generaciones después.
Tengo para mí que los mejores años de Aznar en el Gobierno fueron también los mejores años de la España democrática: la unidad nacional, la concordia, la buena marcha de la economía, las posibilidades de prosperar, las oportunidades laborales, las alianzas internacionales, la lucha contra el terrorismo, y demás. Tengo también para mí que si alguien a día de hoy intenta gobernar la España de 2025 con las mismas ideas y políticas que puso en marcha Aznar a finales de los 90 duraría un cuarto de hora en La Moncloa, si ocurriese el milagro de que lograra llegar a ella.
Aznar ha verbalizado el virus anacrónico que bulle por la savia de la cúpula del PP. Siguen en estado de shock porque enfrente no tienen a un Gobierno digno de parlamento e institución, sino a una banda macarra huyendo con el botín, sin ningún respaldo en la calle, haciendo malabarismos para no acabar en la trena. Feijoo no sabe tratar con gentuza. Eso dice mucho de él, pero deja una pregunta de tintes épicos: ¿está preparado entonces para tratar a Sánchez?
Me incomoda decirlo, pero Aznar suena más alejado de la realidad que nunca. Es la viva imagen de la moda masculina de los pantalones de campana. Su aplomo natural, que mantiene, entre la soberbia y las rentas del pasado, hace que su argumentación suene aún más ridícula. Un ejemplo. Por primera vez, si no me equivoco, señala la inmigración árabe como un problema por su falta de integración, pero realiza una exaltación de la inmigración latinoamericana absolutamente desproporcionada, como si tratara de compensar, sugiriendo que es lo único que puede salvar España, obviando en la ecuación… a los españoles. Ni una palabra sobre el problema demográfico. Ni una palabra sobre las políticas antinatalistas, sobre la brasa cultural woke que lleva años enfrentando a mujeres y hombres en España, y pintando las familias convencionales como un infierno del que huir, mientras bendicen con todas sus instituciones y altavoces el suicida mantra feminista que termina, como tan bien ha retratado Esperanza Ruiz, en la tríada de la acidez de ánimo: “Whiskas, Satisfyer y Lexatin”.
Mucha feria aznariana con el humanismo, pero ni una palabra sobre el humanismo cristiano; su alegato sobre la necesidad de aumentar las Humanidades en la escuela resulta tan certero como surrealista, cuando los profesores hoy tienen suficiente con lograr que nos les hagan “bullying” sus propios alumnos. Tiene que haber más Literatura en las aulas, dice, y pregunto yo: ¿literatura española del Siglo de Oro, sí, pero en gallego, en catalán o en vasco? Ya solo le ha faltado decir que la manera de solucionar el problema con los centros de MENAS es poner a esos buenos muchachos a leer a Platón.
Donde con más evidencia demuestra Aznar que no se entera de nada, y que comparte desconcierto con buena parte del PP, es en sus comentarios condescendientes sobre Vox, su equiparación con la extrema izquierda, su proclamación solemne de que el PP es el único partido constitucionalista, coronada con la acusación de “antisistema” a Abascal. Ajá. Al fin, durante la entrevista, alguien le hace ver que, de acuerdo, todo muy interesante, pero que los jóvenes no quieren saber nada de los dos grandes partidos de igual modo. Y en vez de entonar el mea culpa, responde lanzando un largo sermón a los chavales sobre las responsabilidades del votante, amenazándolos con terribles consecuencias si votan a Santiago Abascal. Los chavales se tomarán otro chupito a la salud el expresidente, y Vox, merecidamente, subirá otro puñado de escaños entre los jóvenes. Aznar, a cambio, venderá algún libro entre los mayores de 70 años. Empate.
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