Ser un emigrante con La Región Internacional

Aniversario de La Región Internacional

Publicado: 18 dic 2024 - 10:21

Juanjo Dorado, periodista y corresponsal de LRI en París desde el año 1993, durante una intervención en la cadena televisiva RTL.
Juanjo Dorado, periodista y corresponsal de LRI en París desde el año 1993, durante una intervención en la cadena televisiva RTL.

Mi vida personal y profesional, la emigración y La Región Internacional (LRI) forman un todo que me atrevería a decir que me define. Sin saberlo, mi propio fenómeno migratorio encontró en La Región Internacional la puerta que luego definiría mi carrera.

Yo nacía en Valencia hace 59 años. Un año más tarde, en Orense, LRI veía la luz con aquel primer número, hoy histórico, que ha acompañado a millones de emigrantes en todo el mundo. No fue hasta 1993 cuando nuestras vidas se cruzaron y me convertía en el corresponsal en París.

Nada extraño para un periodista salvo que, en ese momento, empezó a cambiar mi visión de la emigración. ¿Por qué? Cuando llego a Francia, adolescente de instituto, “arrastrado” por unos padres emigrantes tardíos a inicios de los ochenta, mi conocimiento de la emigración es escaso y contaminado por los prejuicios.

Mi contacto con los hijos de emigrantes españoles en el Liceo Español en París me lleva a plantearme las primeras dudas sobre el concepto de “emigrante” que hasta esos momentos tenía. Sí, el adolescente que uno es rechaza ser un “emigrante”, rechaza definirse como tal. Sí, es una excusa para justificar una situación que le desborda y a la que no sabe hacer frente.

Con el paso de los años, las nuevas amistades con esos hijos de emigrantes que al principio tanto me costaba aceptar va dejando poso en la personalidad de quién ya ve que su futuro pasa por el periodismo y, por ello, la necesidad de buscar “entender” y menos “juzgar”.

Y llega el año 1993 y un nuevo “descubrimiento”, el de La Región Internacional, que ofrece una visión de la emigración que desconocía. Una visión de una realidad que se construye día a día con actos culturales, reuniones sociales, fiestas y reivindicaciones. Una realidad que te hace conocer las historias de cientos de hombres y mujeres que dejaron sus casas para buscar, en muchísimas ocasiones con poca o ninguna preparación académica, sacarse las castañas del fuego. Y ello en un país del que desconocían la lengua y donde tenían que hacer frente a situaciones económicas y materiales difíciles.

Lo que veo, escribiendo en las páginas de LRI sobre asociaciones y fiestas, sobre reivindicaciones de padres reclamando más atención de la administración española y el reconocimiento de su labor en la emigración me lleva a ir cambiando esa visión errónea del emigrante y paso a reivindicar para mí esa definición.

Si, soy un emigrante y estoy orgulloso de ello. Orgulloso de poder decir que soy emigrante como ese navarro que en los años 50 emigra a Francia y con mucho esfuerzo saca adelante a su familia “echándole muchas horas” a una jornada que no acaba nunca. Como ese valenciano de Algemesí que dejó el campo y se puso a trabajar en una obra. Como ese jienense que después de años como peón en su ciudad natal acabó instalando calefacciones en París. Como ese zamorano que pasaba todas sus noches limpiando oficinas y vaciando papeleras. Como esas mujeres que limpiaban, lavaban y planchaban en las casas francesas. Como esos matrimonios que llegado el fin de semana se reunían en asociaciones de emigrantes para mantener el lazo con su tierra española. En definitiva, como esos cientos de miles de españoles para quienes la emigración les había cambiado la vida, como a mí me la estaban cambiando ellos con su ejemplo.

Desde ese momento, y gracias a La Región Internacional, he defendido que soy un emigrante. Sí, un EMIGRANTE con mayúsculas. No soy ese invento de inicio de los años 2000 donde la palabra emigrante tiene que desaparecer del vocabulario oficial para convertirnos en “ciudadanos en el exterior”. No soy tampoco un “expatriado”, ni un “destinado”. Soy un EMIGRANTE. La palabra emigrante me enorgullece y me define. La condición de emigrante hace de mí, eso espero, un hombre mejor.

Y por eso, mi vida personal y profesional, la emigración y La Región Internacional forman un todo que me atrevería a decir que me define en esa confluencia de astros que nos construye a todos.

Juan José Dorado, corresponsal de LRI en París.

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