El defecto es virtud

Publicado: 22 sep 2021 - 03:37 Actualizado: 21 sep 2021 - 21:37

No era aventurado suponerlo ni entrañaba dificultad alguna sospechar que la ministra Reyes Maroto tendría que hacer un molesto pero necesario acto de contrición tras sus desafortunadas palabras invitando a disfrutar de un apasionante turismo de volcanes lanzando llamas a diestro y siniestro en las visitas a la isla la de La Palma. Maroto es otro de los personajes políticos que cada vez que abre la boca sube el pan. Reciente está su desventurada participación en las elecciones de Madrid como supuesta garantía del profesor Gabilondo, coronada con aquella imagen mostrando un puñal ensangrentado que la entonces candidata atribuyó a una oscura campaña de amenazas e intimidaciones organizada por la ultraderecha en la sombra, hasta que se demostró que había sido obra de un desequilibrado habitante de El Escorial famoso por sus graves problemas psiquiátricos.

El problema no es realidad tanto la desastrosa intervención de la ministra de Comercio y Turismo, sino lo que en verdad se esconde y sobre todo se alienta en las entretelas de este comportamiento. Uno de los argumentos más dudosos introducidos en los protocolos de actividad redactados por Iván Redondo y declarados de obligado cumplimiento por el presidente, fue aquel que implica hacer triunfo del fracaso. El principio es probablemente bueno para tratar de enmendar las equivocaciones y obtener partido de ellas, si bien cuando su aplicación va demasiado lejos, se torna enormemente peligroso. Ese primer mandamiento de la doctrina Redondo que Sánchez ha impuesto casi al trágala a todos los integrantes de su Gobierno, comenzó produciendo una razonable cosecha, pero se ha vuelto imposible de tanto usarlo como ocurrió con el amor en la canción de Rocío Jurado. Ridículos sin propósito de enmienda como el ataque homófono al joven de Malasaña que afectó a Marlaska, navajas ensangrentadas que pregonan ataques cavernarios como el de Maroto, son ejemplos de este permanente intento de hacer del error un triunfo. Maroto ha seguido en ello, pero ha perdido la pinza en este caso y la estrategia le ha descarrilado por completo.

Sánchez sabe que todo eso suma en su contra y ha decidido hacer borrón y cuenta nueva, pero con la intención no le llega. Ahora deberá hacerse simpático al parroquiano. Y está muy lejos de conseguirlo porque Sánchez está muy lejos de serlo.

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