Julia Navarro
Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces
Las cosas como son, la entrada de los Juegos Olímpicos en el panorama de la actualidad otorga a la áspera escena política un descanso que los españoles merecemos. Hace tanto tiempo que no nos despegamos de una temática recurrente y casi nunca amable, que un periodo de calma chicha ilustrada con momentos que pueden ser muy agradables si ganan los nuestros, se recibe con mucho cariño y se vive con la alegría en el cuerpo.
Y es que desgraciadamente no hemos hecho otra cosa que padecer las inclemencias de un clima parlamentario irrespirable que se ha ido angostando de día en día y que, además, ha cegado el paso a otras vertientes de la información que ya ni pinchan ni cortan ni seguramente influye, aunque estoy seguro que interesan. La triste realidad es que está caótica carrera interminable e ingrata no solo aturde sino que en verdad priva a los gobernantes para que lleven a cabo su verdadero cometido que es gobernar y cuidar de la existencia de los españoles a los que se debe y a los que hace tiempo que no prestan el menor caso. Tenemos un Gobierno con sus correspondientes ministros y sus cargos intermedios, tenemos al presidente del Gobierno en la Moncloa, y todo el organigrama del Estado, pero cierto es que hace mucho tiempo que ninguna de estas cosas está en movimiento. Ni siquiera se activa el Parlamento, condenado a un largo letargo en el que no se debate más que de lo mismo de siempre.
Aburrido y en muchos casos iracundo con lo que está ocurriendo, a uno se le ocurren áreas de debate alternativo para irse entreteniendo y dejarse de independentismo catalán y de atención sobre cómo se va a resolver la presidencia del gobierna en aquellas tierras. Por mi parte y ante la sospecha de que no me va a cambiar mi vida si se consigue colocar a Illa de presidente o si se va a consumar la infamia de colocar en el cargo al prófugo, someto a ustedes la discusión de un tema candente. ¿Qué engorda más la cerveza o el tinto de verano? No es tema baladí este que les someto a su curiosidad. Los expertos cuya opinión he consultado no se ponen de acuerdo. Todos dicen lo mismo. Lo más adecuado es no beber alcohol. Y si lo bebemos, que lo disfrutemos porque no todo va a ser cuidarse. En verano, todos los gatos son pardos.
Contenido patrocinado
También te puede interesar