De tigres a gatos

Es probable que una conjunción astral entre prejuicios y animalismo haya sido la causa última de la aceleración en el cierre del zoo vigués, proceso que viene de muy atrás, quizá desde el gobierno de Lois Castrillo, cuando lanzó la idea de cambiar leones y tigres por vacas cachenas y cerdos celtas.

Aunque ahora quizá hay quien no lo vea así, A Madroa fue durante años uno de los mejores atractivos de esta ciudad por su interés y singularidad, único parque en Galicia y en gran parte del noroeste peninsular. Tirando una vez más de datos, señalar que durante años encabezó la lista de visitantes a los contenedores de ocio locales, con más de 100.000 personas de forma regular pasando por taquilla, incluso más en los mejores momentos, muy por encima de museos como Marco o Mar de Galicia, que solo de forma puntual logran atraer tanto público. Pero eso ya es historia: el zoo no existe y cuanto antes cierre las puertas, mejor. El espacio se destinará al parecer a una especie de granja, donde los niños puedan conocer animales, con miradores y zonas abiertas, sin animales salvajes más allá de las colecciones de insectos, serpientes y arañas que probablemente se conservarán. Obviamente, se trata de otra cosa muy distinta.

Lo que se puede afirmar es que el hueco que deja A Madroa antes o después lo ocupará otra ciudad, quizá A Coruña o Santiago, y por supuesto Oporto y su parque, situado en las afueras (en realidad, como casi todo lo, incluso las bodegas, se encuentra en Gaia), que atrae ya cientos de miles de personas gracias a una buena oferta basada en fauna africana instalada en amplios espacios. Presume no solo de ser el mayor zoo del Norte de Portugal, sino también el más “verde” por su emplazamiento en un bosque y su arbolado disperso por todo el recinto. Miles de vigueses ya han decidido ir a echar un vistazo.