Las clases de mayorías
La irracional fórmula de comportamiento adoptada por este nuevo PSOE gobernante cueste lo que cueste y caiga lo que caiga, ha terminado convocando ciudadanía hostil a la fórmula en muchos lugares de España especialmente visible hace menos de una semana en el centro de Madrid. Pero si bien los procedimientos adoptados por esta caricatura de ideología socialista están comenzando a remover sectores de población que no mantenían entre sus prioridades sentimientos de protesta, la verdadera tragedia de este escenario es el descuartizamiento sin conciencia de un partido que fue hasta estos últimos años, garante de la pureza democrática, guardián de las esencias constitucionales y guía del rigor político y ético. Aquella búsqueda iniciada por Felipe González y los suyos para incorporar a su proyecto a cualquier español de bien que quisiera sumarse a un orden nuevo, libre y comprometido con el futuro, no necesitaba otra cosa que voluntad y nobleza y por supuesto, no seleccionaba concursantes en base a su tendencia. Ni siquiera exigía ser de izquierdas. Bastaba con creer en la bondad del proyecto. Compromiso, deseos de construir un marco amplio y generoso, y disposición para restablecer la democracia y pelear por un porvenir más justo con vocación de objetivo común y compartido.
A aquella famosa mayoría social a la que aspiró y consiguió Felipe González, ha sucedido un nuevo concepto que se contenta con apañar una mayoría parlamentaria suficiente para mantener el Gobierno, hasta tal punto que ha convertido en enemigos señalados y tachados de fascistas a todos aquellos que no están de acuerdo con las instrucciones que se diligencian cada jornada desde Moncloa en forma de ideario de obligado cumplimiento. No cabe en cabeza humana que un Gobierno insulte y menosprecie a un cada vez más amplio sector de sus administrados por mostrar sus desacuerdos, pero para el gabinete todos los que se manifiestan contra las actuaciones del Gobierno son réprobos y no merecen ser ni tenidos en cuenta.
Entre estos enemigos, han sido catalogados y etiquetados varios ministros de pasados gobiernos socialistas, para los cuales ya no hay perdón ni cobijo. Solo importa apañar un porcentaje que permita mantener el Gobierno –da igual si llega con un 21 %- y lo demás es prescindible. Es pura y dura derechona despreciable y fascista que no merece la atención de la élite dirigente. Patético.
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