Ser científico

Publicado: 16 jun 2025 - 02:30

Según el “Estudio de opinión pública: Confianza en la Sociedad Española 2025” de la Fundación BBVA, los científicos, los médicos y los maestros son los grupos profesionales que mayor confianza suscitan. También el estudio “Trustworthiness Index – Professions” realizado por Ipsos, que analiza el grado de confianza de la sociedad de 32 países sobre un listado de 21 profesiones, revela que el colectivo médico, seguido de los científicos y el profesorado, están en lo más alto de la consideración de la sociedad. Esto, que pudiera parecer una consecuencia de la pasada pandemia, donde se hizo mucho énfasis mediático sobre la importancia de la Ciencia, es algo que aparece desde hace años en este tipo de estudios. Sin embargo, nuestros políticos, y especialmente los políticos que nos gobiernan, que son una muestra de la sociedad, solo se acuerdan de la Ciencia en periodo electoral, o puntualmente cuando la ciencia les puede dar alguna satisfacción mediática. Porque a la hora de elaborar presupuestos, en España y en la mayoría de las comunidades autónomas, el interés de la Ciencia se ve minorado hasta límites muy por debajo de esa supuesta confianza y consideración social. España, tanto a nivel global, como sus comunidades autónomas, están muy por debajo de la media europea en inversión en I+D.

¿Entiende nuestra sociedad lo que significa “ser científico”? ¿Conoce nuestra sociedad lo que hace un científico en su día a día? ¿Cuáles son sus retos o sus preocupaciones? Y me atrevo a más, ¿Cuál es la imagen real que tiene la sociedad de los científicos: unos bichos raros con bata que están encerrados en un laboratorio, un brillante ser de luz que gana un premio Nobel?, ¿o esa imagen de “científico loco” que propician comics o películas? ¿Somos conscientes como sociedad de las satisfacciones y dificultades que encierra la carrera científica? Si el conjunto de la sociedad realmente conociera la respuesta a estas preguntas, posiblemente su reconocimiento a los científicos sería más auténtico y se traduciría en un mayor compromiso presupuestario por parte de quienes nos gobiernan. La realidad es que la mayoría de los ciudadanos desconoce absolutamente las respuestas a estas preguntas. Acaba de ser publicado un libro titulado “Ser Científico, la Ciencia como vocación y profesión”, escrito por Lluis Montoliu (biólogo, director adjunto del Centro Nacional de Biotecnología -CNB-CSIC-) y editado por la Fundación Lilly (que lo distribuye gratuitamente a través de su web a quien lo solicite) que da respuesta a estas y muchas otras. Es este libro, Lluis aprovecha su propia biografía como científico para contar cómo es la carrera profesional de un científico en todas sus etapas, empezando por el momento en que un niño sueña con descubrir algo importante para la humanidad hasta convertirse en un investigador senior y responsable de un grupo de investigación. Pero también se abordan los problemas que hay que confrontar para poder sobrevivir en el mundo de la ciencia, el circulo vicioso que existe entre conseguir financiación y publicar los resultados en revistas con impacto en la sociedad. Las innumerables cosas que hacemos los científicos en nuestro día a día, como actuar de censores y revisores, participar en comisiones y tribunales, compartir nuestro trabajo en congresos y talleres, cada vez con más exigencia, la necesidad de establecer relaciones internacionales, la supervisión de estudiantes, doctorandos, divulgar ciencia, el duro aprendizaje de la infinita burocracia que propicia el exagerado control que existe desde las administraciones sobre la economía de la Ciencia. El lector se encontrará que un científico consolidado es como el director de un circo con muchas pistas (muchas más de tres) donde en cada una de esas pistas está ocurriendo algo que es vital para que el hecho de generar conocimiento pueda producirse. Pero pese a que todo esto nos lleve a pensar que un científico es como Sísifo que siempre está subiendo su bola de piedra hasta lo alto de la montaña, para que una vez alcanzada la cima, empezar de nuevo desde abajo, Lluis nos transmite con pasión lo maravillosa que es esta profesión, donde los que participamos de ella, podemos alcanzar unos niveles de satisfacción difícilmente igualables con otras profesiones. Los científicos participamos en muchos procesos, incluyendo el del fracaso (una investigación “que no sale”, una propuesta de proyecto que no alcanza la financiación, un “paper” rechazado,…), que nos estimulan y nos enganchan de tal manera, que hace que amemos nuestra profesión de forma entusiasta. Este libro debieran leerlo todos los científicos, independientemente de su momento profesional, todas las personas que conviven con nosotros (familiares, amigos), todos esos niños que sueñan con el premio Nobel y, porqué no, cualquier ciudadano que nos quiera entender y valorar.

Contenido patrocinado

stats