Opinión

Vanessa

Sólo la valentía y seguridad de Vanessa y Vicente explican la tragedia del viernes en Vigo. Ese coraje y la total falta de apego a la vida del atracador pueden ayudar a entender lo sucedido en O Calvario. La joven actuó, como seguramente lo habrá hecho en tantas ocasiones, convencida de que su intervención y sus palabras lograrían recapacitar al atracador. Pero se encontró con un hombre que ya no tenía nada que perder. 
Vanessa actuó con el mismo coraje que su compañero pero el azar hizo que las balas mortales fuesen para ella. Su juventud y el hecho de que fuera mujer parecen añadir un plus de dramatismo a lo ocurrido.
En nuestro orden de cosas, en nuestros códigos sociales imperantes,la función policial, el uso de la fuerza es más propio de los hombres. Como también lo han sido tradicionalmente los baluartes de la valentía y el coraje. Si embargo  las mujeres llevan ya 35 años en el Cuerpo Nacional de Policía. Las primeras entraron cuando la agente Vanessa aún no había nacido. Son más de seis mil en toda España y a nadie sorprende verlas actuar con la misma profesionalidad que sus compañeros. Nadie se cuestiona que una mujer vista uniforme o empuñe un arma.
Nadie salvo al redactor de un artículo en el diario digital Alerta Digital. Este auténtico abanderado de la igualdad y el progreso afirma que lo sucedido es "consecuencia de la feminización de las funciones militares y policiales" se pregunta además "en que cabeza cabe enviar a una mujer a negociar con un atracador" y finalmente remata: "¿qué hacía esa mujer con una pistola en la cadera jugando a policías en lugar de estar educando a uno o varios niños"
En este momento la familia y los compañeros de Vanessa no tendrán fuerzas ni ánimo para contestar semejante cúmulo de despropósitos. Pero la Policía Nacional debería hacerlo. Todos deberíamos responder porque esto no se puede dejar pasar.
 Ahora que todo está en entredicho, ahora que todo cambia y todo está sujeto a reformas cabe pensar que el código penal también puede modificarse y hacerle hueco a la apología del machismo como delito. No puede ser que en nombre de la libertad de expresión aceptemos este tipo de discursos, más propios del medioevo que de un país que se dice democrático. No puede ser que nos quedemos impertérritos ante esta calaña de personajes que considera que las mujeres aún somos ciudadanas de segunda.

(*)  Presidenta de Executivas de Galicia.

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