Batalla de gafas entre Illa y Puigdemont
El nuevo curso arde y sigue quemando, a pesar de las llamas apagadas, porque hay almas vacías que saben que ya no volverán a ver la estatura recordada de los árboles caídos. España aumenta en longevidad y la natalidad pide otras circunstancias para justificar lo que ya es un atrevimiento. Con esta realidad el nuevo curso tiene sonido que habría que grabar con la gritería confusa de los niños en plena algarabía ante el centro escolar. La jauría de patio será tesoro de futuro y hasta la Inteligencia Artificial tendrá difícil autentificarlo si no lo encuentra en la fuente de archivo.
La campaña vuelta al cole está en marcha, como lo está la asignatura de cambio de criterio, que lleva por subtítulo mentir con argumentos. Un manual que ya es salvoconducto generalizado, y hoy, de nuevo tenemos bajo el sol que la insistencia, con o sin argumentos, hace a autócratas, esos seres con poder sin restricciones, con autoridad por encima de las leyes, y que nunca quieren abandonar el barco. Nuestro PS (Pedro Sánchez) lo tiene claro saliendo de su veraneo para decir que las normas fundamentales no lo son y ahí se incluyen los presupuestos que no tenemos en esta legislatura y que da igual, salgan o no, van a ser impulso de continuidad; aunque vaya en contra de toda obligación de gobernante.
El nuevo curso político tiene mucho de patio de colegio y ya está aquí con expectativas, incertidumbres y desafíos. El ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, alias Mr. Bean, está metido de lleno en el juego e igual que recoge pelotas, pasa el soplador, hace de vigilante y actúa como mediador en el proceso Puigdemont para apuntalar la gobernabilidad de España. Eso sin dejar de lado y de mirar a esa mano, a la que tanto se ha entregado, para influir en el ritmo de las dictaduras latinoamericanas empezando por la reinante en la Venezuela de Maduro. El maestro antecesor de PS ha ido de avanzadilla y la decisión de sustituir al encarcelado Santos Cerdán le aporta repercusión en sus propios presupuestos catalanes con un acercamiento con Junts, que necesita mejorar y que le vean como presidente de los catalanes y no como alargadera de PS.
En un mundo donde la moda es ley las gafas Illa y Puigdemont estilan el escaparate de la temporada. Se les unen los gustos por las gruesas, redondas y con un aire de intelectualidad, enfatizando las miradas pensativas y el ceño fruncido. Diría que ambos llevan los cristales polarizados para no recibir destellos que les confundan y para protegerse de los dañinos rayos UV que parte de la población desprende pidiendo mejores tiempos. En esta batalla de cuatro ojos es difícil decir quién sale vencedor. ¿Quién necesita una montura gruesa y redonda cuando puedes tener una ligera y minimalista? O viceversa. ¿Quién sabe? Quizás la próxima vez que se encuentren las gafas sean el accesorio definitivo en las encuestas de aceptación popular.
En la antigua Roma el emperador Nerón usaba una esmeralda para corregir su miopía. Hoy hay cada vez más alumnos con gafas y también profesores que se les vuelve a dar de alta tras el verano. Es esa visión parte de la realidad que nos lleva a doscientas mil personas más en paro; mientras, seguimos teniendo el punto de mira afectado por la presbicia, la energía y el optimismo a cualquier look que engañe al ciudadano, ese español chamuscado de tanta exposición alejada de sus intereses.
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