Apellidos curiosos

Publicado: 18 dic 2025 - 03:15

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Opinión. | Atlántico

Los tiempos, hay que reconocerlo, han permitido evoluciones positivas en conceptos sociales que necesitaban de una pragmática y necesaria vuelta de tuerca que incluye los comportamientos de todos los días. Hace unos años, nos hubiéramos pasado la temporada de fútbol haciendo chistes del peor gusto con el apellido del portero del Sevilla que se llama Odiseos Vlajodimos, y a día de hoy nadie se ha permitido una falta de respeto con el joven y buen guardameta griego al que se podrían unir en referencia a la pintoresca sonoridad de sus apellidos los de Lorenzo Pirola, defensa italiano que juega en Olympiacos, o Ivaylo Chochev medio de cierre búlgaro del Ludogorest, tres excelentes futbolistas, todos ellos en equipos con proyección europea, y con calidad bastante para conseguir la internacionalidad con sus países de origen o incluso haberla obtenido ya como le ocurre al cancerbero sevillista.

Ni siquiera la guasa andaluza ha permitido pitorreo con su jugador, sabiendo como sabemos que en tiempos pretéritos la hinchada de Nervión se las arregló para no liarse con los nombres de su portero ruso llamado Dasaev al que acabaron llamando “Rafaé”, o el de un escurridizo extremo escocés llamado McNim que fue para sus forofos “Manolín”.

Todas esas licencias eran muy abundantes en otro tiempo y ha pasado a la historia lo ocurrido con uno de los candidatos a la Corona española cuando los revolucionarios de Septiembre de 1868 recorrían Europa buscando remplazo para la destronada Isabel II y encontraron un príncipe germano llamado Lepold Von Hohenzollern-Sigmaringen que podía aspirar a la vacante. Como aquel apellido no había dios que lo pronunciara, el pueblo español lo resolvió llamando al príncipe, “Leopoldo Ole Ole si me Eligen”. Y se quedaron tan frescos. El joven prusiano nunca reinó en España y su rechazada candidatura le sirvió a Bismark como pretexto para declararle la guerra a Francia y destronar a Napoleón III tras la catástrofe de Sedan.

Los tiempos actuales son mucho más respetuosos con esas cosas y a mí me parece bien, aunque tampoco conviene pasarse. La gracia y el salero siempre nos han caracterizado y tampoco conviene erradicarlos a base de lo políticamente correcto. Nuestro humor tuvo siempre buena salud.

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