Opinión

Consecuencias económicas del coronavirus: ¿Qué podemos aprender?

Vaya por delante que la prioridad es erradicar lo antes posible esta enfermedad. Las elevadas cifras de personas contagiadas y fallecidas están demostrando que no estábamos preparados para enfrentarnos a una pandemia de esta intensidad. Desde la perspectiva económica me gustaría plantear cuatro reflexiones.
Primera reflexión. Tendríamos que aprender que hay determinadas políticas de gasto público que no pueden sufrir tantos recortes. Sin duda, la sanidad es una de ellas. En estos momentos hay escasez de material básico para el personal sanitario y esto es un grave problema ya que, si estos profesionales no pueden hacer su trabajo con las debidas medidas de seguridad, nuestra principal línea de defensa deja de ser operativa. Los recursos hospitalarios, por ejemplo, el número de camas, comienza a agotarse; a esto hay que unir los ajustes en materia de personal sanitario durante años y el empeoramiento de las condiciones laborales, con contratos de corta duración y sin apenas capacidad para especializarse. Finalmente, me gustaría señalar los inconvenientes de la jubilación forzosa de especialistas de la sanidad, que aun pudiendo aportar su conocimiento al tratamiento de las enfermedades, han tenido que dejar la profesión, con la consiguiente pérdida de capital humano. Curiosamente, ahora parece que se trata de recuperarlos para mejorar la atención médica ¿Habremos aprendido la lección? 
Segunda reflexión. Me preocupa todo el tiempo que la economía va a tener que estar al “ralentí”. Si bien los servicios de alimentación y sanidad, como bienes de primera necesidad, están siendo atendidos, el resto de la actividad productiva está bajo mínimos. Esto es especialmente relevante en aquellas actividades intensivas en mano de obra, esto es, el sector servicios, que precisamente genera la mayor parte del Producto Interior Bruto. Esta preocupación se traslada también sobre la capacidad que tienen las familias y las empresas para aguantar las consecuencias económicas de este confinamiento obligatorio. Hay familias que viven casi al día, esto es, los ingresos mensuales que obtienen se utilizan para pagar los gastos del mes siguiente, con una capacidad de ahorro nula o mínima; si estas personas ven mermados sus ingresos habituales, por ejemplo, por estar afectados por un expediente de regulación de empleo temporal o por un despido, su capacidad económica se verá notablemente limitada. También son evidentes los efectos del coronavirus sobre el tejido empresarial. Acabamos de conocer que en una semana deben cerrar todos los hoteles, con todo lo que esto supone para uno de nuestros principales motores económicos. Tampoco podemos obviar lo que está sucediendo con los autónomos y pequeños empresarios, que conforman la mayor parte del tejido empresarial de España, que, al tener que cerrar dejan de obtener ingresos.
Tercera reflexión. Los efectos económicos de esta situación no pueden volver a ser soportados por la ciudadanía. Basta recordar que todavía no se ha recuperado todo lo que el Gobierno de España pidió para rescatar a la banca y que hemos tenido que pagar entre todos. Quizás sea el momento de exigir que aquellos que se han beneficiado de las ayudas, y que ahora que se encuentra en mejores condiciones que hace una década, realice un mayor esfuerzo para que la economía recupere su pulso. Esto irá en beneficio de todos.
Cuarta reflexión. Me resulta curioso que muchos de los que pensaban que es necesario recortar la capacidad de gasto (y de ingresos) del sector público, ahora son los primeros en solicitar mayor esfuerzo de gasto por parte de las administraciones. Si queremos un sector público que pueda atender a situaciones de crisis como la actual, es necesario dotarle de mecanismos que mejoren su capacidad recaudatoria. Siguiendo al sabio refranero español algunos solo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena (o cuando les conviene). 

ALBERTO VAQUERO GARCÍA                                                 
 

Profesor Titular de Economía Aplicada. Grupo GEN Universidad de Vigo

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