Un hijo de las víctimas de la explosión de Paramos: "Nos sentimos olvidados"
Iiyasse el Bouabi asegura que en cinco años “nadie contactó con mi hermano y conmigo, ya nadie se acuerda"
El 23 de mayo de 2018 nunca podrá borrarse de la mente de Iiyasse el Boubai Bouadel. Este joven de ahora 19 años perdió aquella tarde a sus padres, que murieron al explotar un almacén pirotécnico clandestino en Paramos, Tui. Él y su hermano, de entonces 8 años, pudieron salvarse cuando la vivienda en la que se encontraba la familia se vino abajo, pero las cicatrices siguen todavía muy presentes. “Para mí es como si hubiera ocurrido ayer”, relata Iiyasse a Atlántico. Tras quedarse huérfanos, los dos menores fueron acogidos primero por un tío, después pasaron a un centro de acogida y finalmente acabaron con otra tía en su casa de París. “En estos cinco años, nadie se puso en contacto con nosotros. Nos sentimos olvidados, ya nadie se acuerda”. Lo dice con pena e indignación, cuando se siguen haciendo homenajes cada año en memoria de los afectados y víctimas, sus padres Abdelkhalek y Zhour, de 56 y 45 años.
Reconoce que él no ha sido capaz de continuar con su vida, “siempre tengo el recuerdo en mi mente” a pesar de seguir con atención psicológica tanto él como su hermano, considera que “no funciona, sigo traumatizado”. Añade que “mi hermano como era pequeño ha conseguido llevarlo mejor que yo”.
El día de la explosión, la familia estaba en la vivienda, junto al almacén clandestino, durmiendo la siesta. La brutal deflagración dio de lleno en la habitación de sus padres. El techo se vino abajo y se extendió el fuego. “Pensé que se había estrellado un avión, que era el fin del mundo”, explica. Con apenas 14 años “salvé a mi hermano, lo saqué de casa y también cogí a una persona mayor que estaba tirada en el suelo”. Él está convencido de que “podrían haber salvado a mi madre, estoy segurísimo, hasta yo podría haber entrado a por ella, pero tenía roto el brazo y aunque no sentía dolor, no podía moverme”. Afirma que cuando salió vio a un policía, “le dije que sabía donde estaba mi madre, que estaba viva, que la veía, pero se quedaron ahí, no fueron a salvarla”.
Eso es algo que no es capaz de olvidar y la imagen le viene a su memoria constantemente.
Tras los hechos, los dos niños fueron trasladados al hospital, “todavía tengo marcas en el brazo y la pierna y mi hermano todavía más porque resultamos heridos aunque pudimos sobrevivir”. Él vivió feliz con su familia en Tui, donde residió desde muy pequeño, pero ahora no piensa en volver. “Estuve allí hace unos meses para renovar el documento de identidad, pasé por donde estaba mi casa, vi que habían construido, fue muy duro”, comenta y añade que “en su momento se dijo que hubo mucha solidaridad de la comunidad musulmana que recaudó fondos de toda España, pero a nosotros no nos llegó nunca nada". Su recuerdo de las personas y amigos que tenía allí se desvanece, “nadie se ha comunicado conmigo, ni se ha preocupado por nosotros".
La vida les cambió por completo en pocos segundos. "No teníamos ni idea de que allí hubiera un almacén pirotécnico, al menos yo no sabía nada ni lo habíamos comentado. Al responsable lo conocía de vista, pero nada más. Fue algo totalmente inesperado y que me ha marcado de por vida, no soy capaz de concentrarme y tuve que dejar los estudios.
“Que pidan 14 años de cárcel para el culpable no es justicia"
Pese a los años transcurridos, todavía no hay fecha para la celebración del juicio contra el dueño de la pirotecnia La Gallega, para el que el fiscal solicita 14 años de cárcel por dos homicidios imprudentes y una indemnización para los hijos del matrimonio fallecido de 280.000 euros. Iiyasse considera que “14 años no es justicia, como mínima tendrían que pedirle 30, porque fue el responsable de la muerte de mis padres”. Este joven apenas sabe nada del procedimiento judicial, para el que tampoco han contado con él “yo no sabía nada ni que podía llevar un abogado”, lo que sabe es “porque lo veo en internet en las noticias”. “Nadie del juzgado se puso en contacto para informarme ni para que declare en ese juicio”, lamenta y añade que la indemnización que se solicita “es nada teniendo en cuenta el daño que se nos ha causado. Nos quedamos sin padres, sin hogar, sin nada y con unas secuelas psicológicas y físicas para siempre, y en un lugar que no era el nuestro". Teme por su futuro y pide que “se haga justicia con la persona que causó la muerte a mis padres”.
Sin noticias de instituciones o autoridades y sin adaptarse
Cuando tiene noticias de los homenajes y recuerdos que se hacen en cada aniversario, el quinto recientemente, este joven lamenta no estar en la mente de nadie. “Se habló de mucha solidaridad, de apoyo por parte de instituciones y autoridades pero no hemos tenido noticia alguna en todo este tiempo, ni siquiera para comunicarnos que había un procedimiento judicial”, señala. Respecto a su vida en París, reconoce que “me cuesta adaptarme a las costumbres francesas, mi hermano sí está más adaptado, yo no”. Tampoco tiene muchos apoyos fuera de su entorno próximo, “casi siempre estoy solo”. Se muestra sorprendido al saber que hay una plataforma de afectados que se sumaron para luchar judicialmente por los daños y lesiones. “Una vez que nos marchamos, parece que ya no estamos huérfanos". Muestra además su rabia por no poder estar en la causa contra el responsable, por no estar informado.
Paramos le causa mucho dolor, porque no puede olvidar haber sido testigo en primera persona de la tragedia de su vida.
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