Españoles en Nepal: "Da pena no poder hacer nada"
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Más de medio millar permanecen aún en el país asolado por el seísmo y 35 están desaparecidos
Los españoles que se encontraban en Nepal hace ahora una semana, cuando un terremoto sacudió todo el país, siguen saliendo del país con experiencias que en algunos casos son dignas de una novela y en otros una simple anécdota en medio de la incertidumbre. Un grupo de montañeros de la familia De Andrés se preparaban para regresar a España tras vivir una experiencia digna de un guión cinematográfico. Víctor Manuel Hernández, de 48 años, bombero tinerfeño; su mujer, Reyes de Andrés, de 50, y otros dos miembros de esa familia de escaladores se preparaban para hacer un itinerario particular que les lleva a un punto sensible para la familia en el Himalaya.
Víctor y Reyes, dos experimentados montañeros que estuvieron en el terremoto de Haití, supieron de inmediato que aquello que sonaba y que la gente asociaba a un alud de nieve en las laderas del Pumori no era una avalancha, y conocedores de lo que es un terremoto decidieron guardar la calma. "Sabíamos lo lejos que estábamos del aeropuerto, que eran seis o siete jornadas y que todo el mundo iba a salir corriendo hacia allí" con el consiguiente embotellamiento, explica Hernández.
Decidieron entonces ir a Pheriche, un punto con pista en la montaña, al que cuando llegaron ya estaban volando los helicópteros para comenzar las evacuaciones de heridos de los montañeros del Everest. No les resultó complicado imaginar cuánta gente estaba en el campo base sabiendo que había 36 expediciones tratando de coronar el pico más alto del mundo ni lo que iban a encontrar. "Nos imaginamos precisamente lo que nos encontramos en Pheriche: gente desorientada que bajaba cansadísima, reventada, de arriba, asustados", dijo.
Se presentaron a los dos médicos que se encontraban allí y con la experiencia en catástrofes y manejo de heridos se encargaron de hacer las evacuaciones. Ese solo fue el inicio, una vez cumplidas las evacuaciones comenzaron un descenso de casi cuatro días a pie para llegar al aeropuerto, trayecto en el que tuvieron que sortear puentes colgantes bajo la amenaza de las constantes réplicas, escaladas para superar puntos que se habían perdido del camino y un ritmo agotador. "La mayor fortaleza tiene que ser la psíquica porque si entras en pánico no llegas, o te caes, o cometes cien mil errores que te cuestan la vida", dijo Reyes de Andrés.
impotencia y pena
A Ana Isabel Amorós, de 31 años, le fue mucho mejor. A ella el terremoto le pilló en la carretera y entre los baches del camino no se dio cuenta de que el temblor era un terremoto. Llegó a Pokhara, una ciudad que aguantó bien, pero donde no se sentía segura por lo que decidió subir al campo australiano en el Valle del Annapurna, donde aguantó hasta el viernes hasta que la autoridades consulares españolas le facilitaron una salida.
A punto de salir para España dice que le da "mucha pena e impotencia no poder hacer nada". "Te planteas que si te quedas y haces gasto a lo mejor ayudas o igual eres una boca más que alimentar, no sabes la situación cómo se va a desarrollar, no sabes si va a ir a peor, si esto se ha pasado y ya está, si en dos semanas esto será normal o en dos semanas esto será el caos", dijo.
Según datos facilitados por el Gobierno de España, 569 españoles permanecen en Nepal, de los que falta por localizar a 35 de ellos.
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