Un muerto y cinco heridos en accidente de tráfico en O Barco
El accidente se produjo a las seis de la madrugada, cuando regresaban de un concierto
Fue una tragedia y a la vez resultó un milagro, porque la proporción de un fallecido y cinco heridos graves que dejó el accidente de la N-120 a su paso por el m unicipio ouensano de O Barco de Valdeorras, pudo haber tenido una ponderación todavía más crítica. Porque seis jóvenes dentro de un vehículo de alta gama (Audi A6), a las seis y media de la mañana, tiende a ser un mal cócktail. La mezcla tiene sumido a O Barco en el luto más riguroso.
Al fallecimiento de Rodrigo Tejero de Guevara, de 22 años, se añaden los heridos Nair N.N. (20 años), Daniel R.T. (22), Eduardo B.F. (22), Oliver S.A. (18) y Eduardo R.M. (18). Cinco pasajeros viajaban con el cinto; para el sexto, simplemente no había, aunque éste no perdió la vida. Los jóvenes afrontaban un desplazamiento de poco más de dos kilómetros, los que separaban Vilanova de O Barco, donde vivían y a donde no consiguieron llegar por escasa distancia. De hecho, la primera parada programada, en la urbanización La Cerámica, se hallaba a contados 100 metros del punto en el que se produjo el siniestro. Los seis amigos habían estado en el Vilarock, un evento musical que se organizaba en Vilanova, y en el que actuaban grupos musicales de la comarca. Circulaban por una carretera secundaria sobre la que no han quedado frenadas, aunque sí señales del paso del automóvil a través de una viña. Cuando el conductor perdió el control, en el Camiño das Gulpilleiras, se adentró en un viñedo que quedó marcado como el paso de un avión sobre una pista de nieve. No sirvieron las cepas para detener el coche y otorgar una esperanza de supervivencia para todos los ocupantes, que recorrieron unos 70 metros de viña antes de precipitarse por un talud, volar unos 10 metros, y caer sobre la N-120. Los hechos, además de dantescos, fueron confusos en los primeros momentos, cuando llegaron los bomberos y los servicios de emergencias. El vehículo estaba volcado y no existían frenadas ni signos de fricciones en los márgenes de la vía. Aún no podían imaginar que el coche había llegado hasta la N-120 volando por un talud, desde una vía secundaria por la que circulaban los muchachos.
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