Manuel Blanco Luis: "Todos en Nepal tienen desgracias que contar"

Galicia

Un profesor de Vilardevós es testigo directo del catastrófico terremoto, que ha dejado el país asiático sumido en el caos

JUAN LLANO OURENSE

Publicado: 29 abr 2015 - 13:43 Actualizado: 30 abr 2015 - 11:02

Cientos de personas en un campamento improvisado en Katmandú.
Cientos de personas en un campamento improvisado en Katmandú.

Nepal es la nación del caos. Las vidas que se ha cobrado el terremoto de 7,9 grados registrado el pasado sábado se cuentan ya por varios miles, y muchas son las familias que han perdido sus casas y pertenencias, algo que en uno de los países más empobrecidos del mundo no es más que un sinónimo de un porvenir negro. Además, el miedo sigue presente en el ambiente, ya que se han registrado varias réplicas de gran intensidad a lo largo de estos días.

Según el Ministerio de Asuntos Exteriores, son 498 los españoles afectados por el seísmo, y en estos momentos se trabaja para localizar a 103 que se hallan en paradero desconocido. Otros han corrido más suerte, algunos ya han abandonado el país, mientras que han sido varios los que han elegido permanecer en territorio nepalí para ayudar a los numerosísimos necesitados o para tratar de recuperar poco a poco la normalidad de su día a día.

Manuel Blanco, durante la presentación de una muestra en el Centro Cultural.

Éste es el caso del catedrático de Literatura jubilado y escritor Manuel Blanco Luis, ourensano de Vilardecervos (en el Concello de Vilardevós), que durante este curso académico se encuentra en la capital del país, Katmandú, impartiendo clases de español como voluntario en la Universidad. Afortunadamente, su casa está localizada lejos del epicentro del seísmo, lo que hizo que el temblor no pareciese tan peligroso como fue en realidad, aunque relata que "duró una eternidad".

"Cuando salí a la calle y la gente me decía que había sido de 7,9 grados no les hice mucho caso, hasta que empezaron a llegar las noticias", cuenta. Katmandú es una ciudad de enorme extensión, tanto, que si la zona del docente ourensano, Bhoudanat, apenas resultó afectada, otras se encuentran totalmente destruidas.

Esta falta de cobijo, unida a la fobia a las constantes réplicas, ha convertido las zonas abiertas en improvisados campamentos. "Miles de personas bajo plásticos, tiendas de campaña o al raso se defienden de las réplicas. Sus casas están cerca, pero no abandonan sus pobres refugios", relata Manuel Blanco, que explica que la situación de estas personas se complica con el tiempo lluvioso.

La capital empieza muy despacio a retomar algo parecido a la rutina habitual. "Hoy (por ayer) ha abierto algún supermercado por primera vez", cuenta el profesor, señalando que la principal consecuencia visible de este dramático contexto es un tráfico de ritmo menor al habitual. Pero este amago de regreso a la normalidad no sacará de la miseria a muchos de los afectados. Así lo explica Manuel Blanco, apuntando que "aquí hay gente que come con las 200 rupias que saca al día con la venta ambulante; eso ahora es imposible". Por ello, defiende que lo más importante "es ayudar a esta gente, ya que muchos lo han perdido todo. Quien no conoce este mundo no sabe que vivir en el nuestro es un privilegio, a pesar de la crisis", comenta.

El ourensano dice sentirse "tocado moralmente", ya que "me voy encontrando conocidos y amigos, y todos tienen desgracias que contar". Pese a ello, permanecerá en Nepal. "Estoy esperando. Quiero creer que la situación va", dice, con la idea de terminar el curso académico en la Universidad, aunque su postura podría cambiar si la espera se hace larga. n

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