El descarrilamiento engrosa la lista de averías en Valdeorras
Hubo tres salidas de vía desde el año 2020 que se suman a los constantes desperfectos
El tren que se dirigía a Vigo-Guixar el miércoles y descarriló en Vilamartín de Valdeorras es uno más de los constantes incidentes que acumula la línea entre Monforte y Ponferrada, que forma parte del Corredor Atlántico para el transporte de mercancías. En este caso, transportaba sustancias químicas: un tanque de argón y otro con aceites para cosmética. Sufrieron fugas, aunque no hubo daños personales y no supuso un peligro para la población.
Fuentes de Adif confirmaron que el descarrilamiento dejó al menos 150 metros de vía “bastante dañados” y tumbó cuatro postes de catenaria. Se salieron de la vía los tres últimos vagones, que transportaban siete contenedores. Los vagones que se libraron del accidente, además de otro que se logró encarrilar, fueron remolcados a la estación de A Rúa en la mañana de ayer. Los trabajos fueron frenéticos durante toda la jornada para liberar la vía, con el objetivo de poder reabrirla al tráfico a primera hora de esta mañana, tal y como barajaban en el gestor ferroviario.
La investigación de las causas aún está en curso, pero la principal hipótesis es que se debió a una deformación de la vía. Conocida en argot ferroviario como “garrote”, el motivo del defecto pudo estar en las elevadas temperaturas, que alcanzaron los 42,8 grados en Vilamartín durante la tarde del siniestro. El calor habría dilatado y deformado el acero de los carriles. En todo caso, desde Adif mantienen abiertas otras líneas investigación, ya que un garrote habría hecho descarrilar todo el convoy, y no solo los últimos vagones.
Tres descarrilamientos
El del miércoles fue el tercer descarrilamiento en la zona en los últimos años. El 28 de julio de 2020, otro tren de mercancías se salió de la vía en las proximidades de Sobradelo. La gestión fue mucho más complicada. El lugar del accidente estaba encajonado entre un desmonte y un terraplén que acababa en el río Sil, por lo que la línea estuvo cortada durante varias jornadas.
Dos de los vagones fueron arrojados por el desnivel en las tareas de liberación de la vía. Uno de ellos llegó al río, lo que desembocó en una multa a Adif de 45.000 euros tras un expediente de la Xunta, y otra de 10.000 euros a Renfe por parte de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil. Por otro lado, el 26 de agosto de 2022, un tren que prestaba un servicio Alvia descarriló en Quiroga, cerca de la comarca. En esta ocasión, la causa fue un desprendimiento de tierra.
Constantes incidencias
Los desprendimientos también interceptaron la infraestructura a la altura de Rubiá en noviembre de 2019. Asimismo, otra incidencia similar atrapó un Trenhotel en Quiroga en febrero de 2020. El pasado 5 de enero, la vía fue cortada en el concello lucense por idéntico motivo.
La catenaria, el cable que suministra electricidad a los trenes, es otro de los quebraderos de cabeza de una infraestructura que pide una renovación. Desde 2019 se produjeron al menos cinco averías de esta parte de la infraestructura. Estos desperfectos obligaron a detener convoyes de pasajeros, en ocasiones, en medio de la nada. Más graves fueron los dos chispazos que causaron sendos incendios forestales en Sobradelo durante el verano de 2021. Uno afectó 197 hectáreas y otro solo cinco, pero en este caso, las llamas amenazaron viviendas, acechando el mismo centro de la localidad.
El listado de incidencias levanta suspicacias sobre el mantenimiento de la vía. La acumulación de averías y accidentes agrava la incomunicación de la comarca, que apenas mantiene dos frecuencias de trenes al día. Uno, un tren regional que comunica Ponferrada con la ciudad, y el otro, el Alvia Barcelona-Galicia. Otros trenes como el diurno al País Vasco o el Trenhotel a Barcelona desaparecieron de forma definitiva tras la pandemia.
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