El fútbol tiene buen gusto

España es mejor selección que Francia porque trabaja colectivamente como ella y tiene, hoy, más calidad. Mbappé es una grandísima estrella pero quien acabó marcando un gol para el recuerdo fue Lamine Yamal.

El origen de los goles

Hay goles que son debidos al juego colectivo y otros que llegan por la calidad individual. De esos que se llaman aislados. De los tres que adornaron ayer la primera parte de la semifinal en Múnich, obviamente los dos primeros se debieron a esa inspiración transitoria que no tiene por qué llevar unida la del resto de compañeros. El de Francia, producto de un gran centro de Mbappé y de un gran desmarque de Kolo Muani; el del empate de España, producto de la genialidad de Lamine Yamal para dar a la selección un regalo previo a los méritos. Pero el siguiente, aunque fuese apenas cuatro minutos más tarde y a que contó con una gran acción de Dani Olmo, sí que provino de que los de Luis de la Fuente encontraron la manera de jugar y de llegar al área rival con muchos jugadores.

No a favor de obra

No jugó España a favor de obra en el inicio de la semifinal. Tal y como le sucedió ante Georgia en octavos, se dejó marcar de inicio. Además, las circunstancias tampoco ayudaban, especialmente con la tarjeta amarilla que vio Jesús Navas antes del cuarto de hora. En una semifinal, esos momentos de duda te pueden matar. Claro que España salió viva gracias a Lamine Yamal, que permitió al equipo recuperar la calma para recuperar el balón y el juego.

Mbappé-Lamine

No están, ni mucho menos, en el mismo punto de sus carreras. Pero los dos ejercen de referencia de sus respectivas selecciones en lo que se refiere al desequilibrio. Kylian Mbappé, la estrella mundial recién fichada por el Real Madrid, se dejó la máscara en casa para intentar dar la cara. Y lo primero que hizo fue meter un gran centro para el gol de Kolo Muani. Lamine Yamal apenas tiene 16 años y acaba de llegar a la primera línea, pero su calidad se abre camino sin pedir licencia, como demostró en su inmenso tanto del empate. Ambos fueron determinantes, aunque el resto del partido se lo tuviesen que pasar más trabajando que brillando: el galo para buscar esas carreras al desmarque -apenas encontró uno que pudiese culimar con disparo- y el español para ayudar con el equipo replegado.

Más intención que concreción

Que Antoine Griezmann fuese suplente ayer da cuenta de que el colchonero no pasa por un gran momento. Porque a Francia le hace muchísima falta. Al combinado galo le falta maravilla. Intentó empujar desde el banquillo el seleccionador Didier Deschamps con los cambios, poniendo al atacante del Atlético de Madrid pero, pese a que España perdió la posesión por momentos, a Francia le faltó siempre acierto.