Ester Navarrete, la excepcionalidad de estar en París

Cuestas en Vigo. Habituales, normales, hasta casi difíciles de esquivar. En muchas ocasiones, Ester Navarrete modificó trazados o cruces para evitar un ascenso más duro de lo recomendable en un entrenamiento de ritmo.

En otras ocasiones, había que afrontarlo porque así es la ciudad, que tiene sus ascensos y descensos, su idiosincrasia. Quizás por ello, la veterana de 34 años no será de las que más sufra en la pared de Chaville, calle con una pendiente superior al 10% y que está incluida en la maratón olímpica de París. O, mejor expresado, igual será de las que menos pague las consecuencias del ascenso porque sufrir, a los 30 kilómetros del trazado, seguro que sufrirá en ese tipo de subida.

En todo caso, no será muy diferente a los ascensos del casco vello o de la Vigo+11 en su diseño antiguo y en los que triunfó la viguesa que vive hoy, a primera hora, la cima de su carrera deportiva al poder estar en la línea de salida de la carrera que cierra el atletismo en los Juegos Olímpicos. Es la única que habrá hoy.

Si queda algún despistado, es preciso aclarar que Ester Navarrete no va a ganar. No va a sacar medalla y, de hecho, pelear por un puesto de finalista es una ilusión, una ambición, más que una realidad con las marcas en la mano. De hecho, estar en la línea de salida ya es toda una proeza para una deportista que es profesional desde hace unos meses, cuando pudo firmar un contrato con Puma.

Antes, ya había apostado al 100% por el atletismo cuando optó por solicitar una excedencia en su puesto de enfermera en la sanidad pública. Todo por encima de los 30 años y tras ser madre. Sin cambios de residencia, sin modificar su entrenador y haciendo las sesiones con su grupo de amigos en Vigo en la carretera de Baiona pudo ganar el Campeonato de España en su debut en la maratón y hacerlo con la mínima exigida en España para la cita parisina.

El plan continuó igual para la cita francesa. Con las adaptaciones necesarias para afrontar un trazado ondulado en el tramo central del recorrido, desde que los atletas salen de París, alcanzan Versalles, y regresan a la planicie de los Campos Elíseos. Un total de 436 metros de desnivel positivo que asustan a los puristas de la prueba, amantes de los terrenos planos para hacer marcas. Como si el mundo se tratase de una tabla rasa. Hay subidas, como puede encontrarse un corredor popular que traza una buena kilometrada por su zona, como hizo muchas veces Ester Navarrete entre O Vao camino del cruce de Mide por el carril bici o en los entrenamientos de fuerza con la cuesta de Castrelos para entrenar.

Ayer, sobre el recorrido tan duro, el etíope Tamirat Tola batió el récord olímpico para hacerse con la victoria. Lejos de esas posiciones estará Ester Navarrete en una prueba que, como no podía ser de otra forma, tiene a la legión de africanas como favoritas. Luchar por ser de las primeras europeas es la ilusión de la viguesa en una cita con otras dos españolas: Majida Maayouf y Meritxell Soler.

El ánimo del ‘Team’

Todo está planificado para la carrera. Los lugares para tomar avituallamiento, para forzar, para ver el reloj y hasta para recibir ánimos porque “somos 11, incluido el hijo, para animar a Ester. Vamos a verla en cuatro puntos, en el kilómetro 6, el 19, el 26 y el 39. A tope con ella”, explica el olímpico en Barcelona 92 Carlos Adán, que se encuentra entre los expedicionarios.

Seguro que al finalizar habrá abrazos, algunas fotografías para el recuerdo y el intercambio de felicitaciones. Deberá pelear Ester Navarrete por el mejor puesto posible en su debut olímpico. En muchas ocasiones, como esta, poder estar en la salida de la gran cita universal del deporte ya es todo un triunfo. Esto no quita la competitividad, la ambición y que, con las zapatillas puestas, la canterana del Celta busque la mejor posición posible. Lo hará como siempre en toda su carrera, ya fuese en la Carreira do Pavo en Praza de Compostela, en un Campeonato de España de 5.000 metros o como hoy en la maratón olímpica a los 34 años, cuando parecía imposible que pudiera llegar a él. Pero lo hizo y una atleta viguesa corre en las calles de París en toda una maratón olímpica. De hecho, será la primera en la historia que lo haga. Calcúlese el valor.