España reina en Europa

Eurocopa 2024

La Selección se proclama campeona al lograr su cuarta Eurocopa, tras vencer en la final a Inglaterra con goles de Nico Williams y Oyarzabal (2-1). Venció en todos los partidos del torneo y se convierte en la que tiene mayor número de títulos

Publicado: 14 jul 2024 - 22:59 Actualizado: 15 jul 2024 - 12:25

Los jugadores de la selección levantan la Eurocopa 2024. // X (@SEFutbol)
Los jugadores de la selección levantan la Eurocopa 2024. // X (@SEFutbol)

Hubo un tiempo en el que llegar a cuartos de final en una Eurocopa o un Mundial era un éxito para la selección. O, al menos, un techo. Era una maldición que lastró el imaginario colectivo español durante décadas y décadas. A veces, ni eso. Otro ejemplo de un pasado mejorable en gran parte del siglo XX. Pero España superó tiempos oscuros, ejemplificados en 40 años de dictadura, y aunque aún quede mucho por hacer, poco a poco fue creciendo como sociedad democrática y conquistando derechos, libertades y mejoras sociales. Y en ello sigue. En ese camino, el deporte acompañó y el fútbol no fue excepción. El ciclo ganador de 2008 a 2012 dejó tres títulos, una impronta de estilo y, sobre todo, la demostración de que se puede levantar trofeos con una identidad propia. Muchos de los jugadores que ayer se proclamaron campeones de Europa crecieron creyendo que eso era la normalidad. Y creer es el primer paso para hacer. Por eso es el combinado europeo con más títulos de lo que va de centuria con cuatro y solo Brasil le iguala.

La selección de Luis de la Fuente creyó e hizo. Pero no fue fácil. Porque cuando se dice que las finales son distintas a cualquier partido es por algo. De repente, había desaparecido la velocidad de balón que había llevado a España a generar desequilibrios constantes durante todo el torneo o a dejarle la pelota en ventaja a Nico Williams y Lamine Yamal para que ellos los provocasen. Inglaterra, liberada de tener que llevar la iniciativa, pudo entregarse placenteramente a los sueños húmedos de Gareth Southgate y se pertrechó bien atrás a la espera de la oportunidad. En el camino, supo trabajar sobre Rodri Hernández y taponar la fluidez de la selección.

No obstante, y pese a ese atasco, el dominio era del equipo de De la Fuente. Aunque no se encontrase a Olmo entre líneas, aunque Morata no fijase a los centrales para dar espacios, aunque los extremos no tuvieran desborde ni los laterales llegada. Una vez más, la excelsa presión tras pérdida de España le permitía recuperar cada balón perdido con prontitud. O, como mínimo, desactivar las posibles contras de Inglaterra, que tampoco tenía buenos mimbres para transitar. Shaw, titular ayer, y Walker fueron sus mejores armas desde los laterales. Y el balón parado. De una falta lateral, Foden tuvo la única ocasión del primer acto al filo del descanso.

A la vuelta del vestuario, la selección hizo aquello de convertir una crisis en una oportunidad. Porque Rodri, que acabó los 45 minutos iniciales renqueante tras un choque, confirmó que no podía seguir. Parecía un drama perder al mejor futbolista del torneo, pero a los tres minutos, Lamine recibió por fin entre líneas, condujo, desajustó a la defensa y sirvió perfecto para su compinche favorito, Nico Williams, que llegó a la carrera y la metió en la jaula con un zurdazo cruzado.

El gol fue un disparadero para resolver sin sobresaltos. Pero al equipo rojo le faltó acierto. Las tuvieron Lamine Yamal, Olmo, Morata, Williams… Pickford mantuvo a sus compañeros en el ajo. Y Southgate movió el banquillo con Watkins y Palmer. Y en una transición, Bellingham la dejó atrás y el jugador del Chelsea sorprendió a Unai Simón.

A continuación, llegaron los peores momentos para España. Pero aquí surgió el gen competitivo de estos años para esperar a que capease el temporal. Y en cuanto lo hizo, los espacios aparecieron a montones. Así, Oyarzabal, que no había brillado en el torneo, tuvo su gloria con una descarga y un remate a la red, Cucurella mediante.

Parecía un gol ganador y lo fue. También porque, en el arreón final, un milagroso Dani Olmo sacó un balón debajo del larguero. El pitido final desató el júbilo de lo especial que es conquistar un título con la nueva normalidad del siglo XXI. En España y en la selección.

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