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Sara Viéitez está lista para el salto. La viguesa se trasladó hace unos meses a Sevilla para seguir evolucionando como luchadora de artes marciales combinadas, disciplina en la que ha sido campeona de España. Ahora, llega el momento de cumplir su sueño. Dentro de exactamente un mes hará su debut profesional. Será en Estados Unidos, concretamente en Miami, donde se enfrentará a otra debutante -su nombre se sabrá en los próximos días- el próximo 23 de septiembre.
Es solo el primer paso, pero también el más importante. Porque Viéitez no quiere quedarse ahí. Su objetivo es iniciar una trayectoria que se solidifique en el campo profesional con buenos resultados que le permitan crecer y alcanzar grandes ligas como la UFC. Pero, peldaño a peldaño. La viguesa ya ha iniciado la exhaustiva preparación que requiere un envite de este nivel y, de hecho, empleará sus vacaciones para trabajar específicamente en el combate más importante de su vida.
Aparte de la exigencia física y mental está la económica. El contrato con la promotora cubre el gasto de vuelo y de hotel, pero no de manutención. Asimismo, exige una serie de pruebas médicas, un visado para entrar en Estados Unidos y una licencia deportiva del país americano tanto para ella como para su entrenador. Esto, unido al gimnasio, asciende el montante total a unos 1.000 euros. Por ese motivo, la luchadora olívica ha iniciado un proceso de búsqueda de patrocinadores que la puedan ayudar, al menos, a sufragar los gastos de cara a su viaje, que realizará una semana antes de la cita, en torno al 15 de septiembre.
Por delante, Sara tiene un mes de preparación exhaustiva y de adaptación a las condiciones profesionales. Un combate amateur consta de tres asaltos de tres minutos, que serán de cinco en Miami. Esto implica una subida de trabajo cardiovascular para ganar resistencia. Otras diferencias es que, en el campo ‘pro’ se permiten los rodillazos a la cara si ambas contendientes están de pie y también se pueden usar los codos. Además, no se utilizan protectores tibiales y las guantillas son mucho más duras, por lo que el daño infrigido -y también el recibido- es notablemente mayor. Otro paso, el más deseado, en la carrera de Viéitez.
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