Balonmano | Liga Asobal
Por unas felices fiestas
Rugby
Llegó el minuto 50 de partido y Marcos Muñiz es cambiado en el campo de As Lagoas. Es el mes de diciembre. Poco después, pasa apurado desde el vestuario al coche y, media hora más tarde, hay un Papá Noel muy parecido a un pilar del Vigo Rugby en uno de los centros comerciales de la ciudad. Eso sucedió hace aproximadamente una década y sería intrascendente contarlo ahora, salvo que ese jugador y Papá Noel eventual, debutó el pasado sábado con la selección española de rugby a los 31 años en la victoria ante Canadá, con ensayo incluido, y hoy afronta el encuentro ante Estados Unidos. “Hay que perseverar”, resume al recordar la anécdota desde la concentración de la selección española. Y, después, relata que “me escribió mucha gente de Vigo. Todavía me quieren bastante y se acuerdan de mí, es algo bonito. Yo siempre le digo que estoy disponible para lo que sea. Me gusta ir al club cuando estoy por allí”, relata.
Y es que la trayectoria del pilar vigués desafía toda lógica deportiva y vital. Surgió tras comenzar tarde en el rugby en los últimos años del Vigo Rugby en División Honor B y, antes de su caída a autonómica, se hizo un hueco en el Barça. Como amateur y trabajando de mecánico, su profesión. En As Lagoas destacaba, más que por la melé o el juego cerrado, por carreras propias de un tres cuartos. Ahora, años después, “ya perdí un poco esa velocidad”, admite. No obstante, “estoy cómodo en la melé, tanto de uno como de tres, y eso da opciones al entrenador”, relata.
Tras años en la máxima categoría, este verano cambió. Medio en broma, medio en serio, asegura que “voy viejo”. Igual por eso decidió aceptar la oferta del Ciencias sevillano y, por primera vez, ser totalmente profesional. “Hablé con ellos y me ofrecieron algo que está bien para dedicarme de forma completa al rugby. Era ahora no nunca. Yo estaba muy bien en Barcelona pero, a veces, hay que salir de la zona de confort y creo que valió la pena porque ya me llamó la selección al poco de llegar aquí”, describe.
Así, de forma inesperada, sin llamadas previas, sin noticias, llegó la selección española. “Me pilló con el pie cambiado”, admite. Lo llamó el seleccionador y le preguntó si podía jugar de 3. “Yo le dije que de tres y de uno, de lo que quiera”, asegura Muñiz. Disputó un partido con los Iberians, el combinado filial, y a la semana siguiente está en la concentración con la absoluta.
“Yo ya me siento mayor, no pensaba durar mucho más en el rugby, pero con esto te ilusionas y ya piensas que puedes aguantar más. Ya ves por delante otro futuro”, relata el vigués con optimismo y su buen humor habitual. Y así, la llamada llega con una selección española en reconstrucción con un entrenador interino y el argentino Pablo Bouza, que se hará cargo del equipo a tiempo completo en las próximas semanas. “La etapa es nueva y es bueno que me llamen”, añade Muñiz. Y, sobre todo, habla de “una recompensa” al trabajo de tantos años. “Esa es la palabra, una recompensa a la perseverancia y al trabajo”, describe.
Un esfuerzo que se incrementa una vez inmerso en la concentración de Los Leones. “Fue llegar y comenzar con gimnasio, sesión de campo, comemos y de nuevo campo. Tres días así, a tope y con reuniones por el medio. Luego, un poco más libre los dos días antes del partido y la sesión anterior, un entrenamiento más suave para pulir todo antes de jugar. El día que se descansa está muy bien, pero los días de entrenamiento se hacen duros. Mola mucho, pero el cuerpo dice basta. Hay gente que está más acostumbrada, que ya habían seleccionado antes y que está metidísima, pero para mí es todo nuevo: corre así, mete la cadera, coge el oval… Mucha información”, describe el vigués. Un esfuerzo notable, pero que también sirve para “aprender mucho. Te piensas que sabes de rugby hasta que llegas a un sitio mucho más pro y en el que te enseñan un montón de cuestiones más”.
Todo más complejo, más difícil y más duro, pero Marcos Muñiz lo asume y lo trabaja con su buen humor habitual. “En melé cada vez estoy más cómodo. Fuera, igual no soy el más rápido, pero yo trabajo y defiendo”, relata entre risas. Una buena filosofía de juego y de vida. Y así, de forma positiva, habla de ese primer partido en el que salió del banquillo. “No pude jugar mucho, pero me vi bien. Uno siempre quiere más, hay que ser ambicioso”, concluye.
Contenido patrocinado
También te puede interesar
Balonmano | Liga Asobal
Por unas felices fiestas
Balonmano | División Oro
El Carballal busca en casa la tercera victoria de la temporada